En memoria de Antonio Ordoñez Plaja


Cuando le comenté a mi amiga Carme Figarola que tenía que impartir un curso en Colombia (mi primer viaje a América) me dijo que tenía allí un primo muy querido, ya mayor, al que no veía hacía muchos años. Había estado muy enfermo, y ahora andaba recuperándose. Si yo quería visitarle ella me escribía una carta para él y me facilitaba el contacto.

Así me encontré con Antonio Ordoñez, sin saber nada de él, una tarde digna del realismo mágico de García Márquez. Resulto que todo el mundo le conocía. Hasta la responsable del UNFPA quiso acompañarme cuando se enteró de que iba a visitarle, porque eran grandes amigos que no se veían hacía años. Estaba jubilado y convaleciente de una crisis grave, y hacía mucho tiempo que no salía de casa. Aquella tarde conocí a un hombre brillante, afable, gran conversador, y las horas pasaron sin notarlas. Cuando le dije que era de Barcelona me contestó que él había nacido allí, aunque se mudó a Colombia siendo un bachiller. Cuando le dije que vivía en Cerdanyola del Vallés me contó que también había vivido allí, y acabamos charlando sobre sus calles y edificios. Cuando me preguntó por mis temas de trabajo y se los expliqué se acercó a un armario y me trajo uno de los primeros estudios sobre el envejecimiento poblacional y los mayores en Colombia, con su firma. Yo no salía de mi asombro. Antonio había sido ministro de Sanidad. Luego supe que, además, había sido fundador y primer Presidente de la Asociación Colombiana para el estudio de la Población, y decano de dos Facultades, y presidente de Unicef, y fundador de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina… Antonio Ordóñez, profesor de cirugía, podía narrar en primera persona los esfuerzos por dotar a Colombia de un sistema nacional de salud, incluyendo la introducción de la planificación familiar y los primeros anticonceptivos modernos.

El colofón de mi tarde mágica fue un auténtico regalo. Cuando le expliqué que dos días después, además de las clases, iba a impartir una Cátedra Abierta en el salón de actos de la Universidad Externado, aceptó asistir (iba a salir de casa por primera vez en dos años). Su sola presencia supuso el recibimiento por las máximas autoridades de la Universidad y una nutrida asistencia que llenó el salón de actos. Sólo vi cariño y reconocimiento hacia aquél hombre extraordinario, ahora fallecido.

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Algunos links relacionados

He querido recordarle con este post, pero también recomiendo leer el texto breve que en su memoria ha escrito un amigo suyo, columnista de ElTiempo.com.

Esta columna fue, a su vez, motivo de la publicación de una entrevista inédita realizada pocos días antes:

El texto que Antonio me regaló en su casa de Bogotá es este:

Aquí puede encontrarse una pequeña reseña biográfica:

Un cariñoso recuerdo para Magda Ruíz y para Ciro Martínez, los responsables de mi primera visita a Bogotá, y para Margarita, John Jairo, Nubia, la gente del DANE y la del Externado, y todos mis amigos colombianos.

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