España, fuera de la Fundación Europea de la Ciencia por impago


 

Ministro de Economía y ¿Competitividad?

La European Science Foundation ha suspendido la financiación de actividades científicas españolas por el reiterado impago de las cuotas. La ESF agrupa a 67 academias y consejos científicos de 29 países, con un presupuesto anual de 52 millones de euros. Por España están el Ministerio de Economía y Competitividad (Mineco) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Hasta que no se pongan al día en los pagos, los científicos españoles están fuera de los programas de investigación y sesiones de trabajo colaborativo que esta fundación apoya. 

«Ha sido un científico del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) Saúl Ares, quién ha dado la alarma, según informa Science: había solicitado financiación a la ESF para organizar una reunión internacional y la semana se le comunicó que la institución europea ha suspendido su apoyo a las actividades españolas en tanto los dos organismos miembros no satisfagan el pago atrasado de la cuota, que asciende a unos 700.000 euros.

El Mineco no ha dado explicaciones, pero el CSIC, a través de su vicepresidente de programación científica, Eusebio Jiménez Arroyo, ha declarado a Science que esta institución (delegada española en el ESF) pagará en cuanto reciba los fondos del Mineco y que espera que se resuelva el asunto a finales de este mes.

La ESF es una organización de coordinación entre instituciones europeas que fomenta las redes de programas de investigación y sesiones de trabajo de colaboración en la comunidad científica

elpaís.com (13/04/2013):

4 comentarios en “España, fuera de la Fundación Europea de la Ciencia por impago”

  1. Otro varapalo más a la investigación en España, en un país donde hay científicos que siguen investigando, sin nómina gracias a el paro que les queda una vez se acaban los fondos y son despedidos…

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  2. Otra eficaz acción del Gobierno de España para dificultar el desarrollo científico, una más de las diversas recetas que la indica la ciencidioología (la «ciencia para matar a la ciencia», como la llamara Mario Bunge) para promover el subdesarrollo científico.

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