Subir la edad de jubilación no es la clave


Reproduzco a continuación una columna publicada por mi colega Jeroen Spijker, entre los análisis breves, brevísimos, que regularmente se incluyen en la sección de economía del diario La Vanguardia (Lunes 6 de abril de 2015, pg 53, versión impresa en castellano). Encontraréis muchos elementos para la reflexión sobre la relación entre envejecimiento demográfico y futuro de las pensiones, un tema sobre el que conviene que debatamos todos seriamente en vez de dejarlo en manos de los iluminados que nos gobiernan (¡espero vuestras opiniones, claro!).


Subir la edad de jubilación no es la clave

ANÁLISIS: Jeroen Spijker Demógrafo e investigador del Centre d’Estudis Demogràfics

El envejecimiento de la población es el cambio de la estructura por edad de la población en que la proporción de mayores de 65 años aumenta en relación a las personas más jóvenes. Con frecuencia se considera que el envejecimiento supondrá un peso cada vez más grande para el gasto público destinado al bienestar y salud de los mayores, y por eso ha sido un motivo importante para ciertos ajustes de austeridad y el aumento en la edad de jubilación. Sin embargo, no se puede usar el envejecimiento de población como cabeza de turco porque es solamente un factor de muchos que afecta al nivel de ingresos necesarios para financiar el sistema del bienestar.

La edad legal de jubilación no se ha cambiado desde 1919. Dado que la esperanza de vida a los 65 años aumentó de 10 a 21 años se podría pensar que algún aumento está justificado. No obstante, el incremento del coste de las pensiones no está del todo relacionado con el envejecimiento, sino porque la edad promedio de salida del mercado laboral bajó de los 68 años en 1960 a 60 en el 2001, aunque desde entonces ha sumado un par de años. El crecimiento de las jubilaciones por invalidez fue uno de los motivos de esta disminución y desde los años ochenta también a causa de los ERE u otro tipo de despidos colectivos por razones económicas. Según la reforma del sistema de pensiones las nuevas promociones de trabajadores tendrán que trabajar hasta los 67 años, pero ¿eso realmente solucionaría la crisis de fondos estatales para las pensiones? Lo dudo. El primer problema en nuestro país no es la edad de jubilación, sino el paro (24%), la baja tasa de ocupación laboral de personas entre 50 y 64 años (46%) y, por otro lado, un alto nivel de actividad económica informal (25% del PIB nacional), el último en parte porque hay ramas de actividad donde se da mucha evasión de impuestos por servicios y productos. Además, subir la edad de jubilación es también socialmente injusto: las clases más desfavorecidas perderán una proporción mayor de la jubilación que los ricos, ya que mueren antes. En vez de aumentar la edad de jubilación, el Gobierno podría planear no fijar una edad específica, que penaliza a los que han cotizado menos de 35 años. En cambio, podría estimular a las empresas y a sus trabajadores de entre 50 y 64 años a mantenerse en el mercado laboral y, si quisieran, continuar trabajando más allá de los 65, pero con una particularidad: que fuese a tiempo parcial para también dejar sitio a las nuevas generaciones. Por último, aunque muchos de los nuevos jubilados tienen más recursos económicos que sus predecesores, el bienestar de los futuros jubilados dependerá mucho de las políticas que se pongan en marcha ahora. También será necesaria más voluntad por parte de las empresas para encontrar el equilibrio entre los beneficios, el derecho al trabajo, la formación permanente de los trabajadores y un rendimiento razonable cuando se jubilen aquellos que cotizaron muchos años. La Vanguardia (6 /4/ 2015)


 

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5 comentarios en “Subir la edad de jubilación no es la clave”

  1. Gracias por el aporte!
    Es interesante comenzar a pensar que la potencial extensión de la edad jubilatoria se estimule, en todo caso, mediante incentivos, antes que de manera compulsiva. También es un debate pendiente la cuestión del retiro gradual.
    Por otro lado, la extensión de la edad jubilatoria como supuesta solución al problema de las pensiones parte de dos premisas que creo que hay que poner en debate urgentemente:
    (1) la primera es que exista un problema de falta de recursos materiales para financiar la Seguridad Social (por lo que sería deseable menos personas retiradas y más personas produciendo). Porque el hecho de que haya una escases presupuestaria en un determinado modelo de financiamiento (apegado a la dinámica del mercado de trabajo formal) no supone mecánicamente que la misma responda a la incapacidad de la sociedad para generar los recursos materiales necesarios, y que eventualmente puedan ser transferidos a la seguridad social con otros esquemas de financiamiento.
    (2) la segunda es que, aun concediendo que la primera fuera cierta (y la producción no alcanzara para solventar las cargas de seguridad social generadas por el envejecimiento), prolongar la edad de retiro implique necesariamente más personas trabajando (como si no tuviésemos evidencias suficientes de que el mercado de trabajo no responde de manera lineal a la disponibilidad de mano de obra dispuesta a trabajar). Una persona en paro es tan dependiente como un jubilado, de modo que en determinados contextos, elevar la edad jubilatoria sólo es cambiar parte de la ecuación, con consecuencias complejas en términos sociales.
    Por otro lado, podría ser una elección de las propias generaciones hoy jóvenes contar con la opción de que la prolongación de nuestra vejez no nos cueste forzosamente la prolongación de nuestra vida laboral. A veces los debates hablan de las generaciones activas como víctimas de una sobrecarga frente a las cargas previsionales, como si no estuviesen implicados nuestros propios intereses en la protección de la vejez, a la que llegaremos inexorablemente la mayoría de nosotros.
    Gran parte de los mitos tecnicistas del abordaje del envejecimiento solapan lo que son en definitiva cuestiones políticas, como podría ser el caso del problema presupuestario de la seguridad social, posiblemente más relacionado con mecanismos distributivos que con una escasez de recursos para afrontar los desafíos de nuestro tiempo.
    Saludos!

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  2. A ti, encantado. Es necesario ir poco a poco demontando muchos mitos sobre las pensiones y superar los análisis apocalipticos de la demografía. Ese fue el objetivo cuando escribí el artículo Falacias sobre las pensiones. Aqui los tienes: Recuenco, L. 2014. Fal•làcies sobre pensions, Nous Horitzons, nº 206. Aprovecho para felicitarte por tu trabajo e investigaciones sobre el envejecimiento.

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