Recientemente se hizo público el programa electoral de la coalición que gobierna en Portugal, y un amigo muy querido (aunque malvado), me envía el siguiente email:
Ya he cuestionado antes la expresión «invierno demográfico«, ampliamente utilizada por el conservadurismo familista en todo el mundo (como en el programa electoral de Le Pen en las elecciones francesas de 2002, o en reciente Plan de dinamización demográfica de Galicia). El topicazo de que el aumento de la natalidad se consigue apoyando a las familias también se cae fácilmente (apoyar a los jóvenes en su emancipación y adelantar así los calendarios sería mucho más eficiente), no existió jamás el supuesto equilibrio demográfico/territorial que retornará si volvemos a conducir población hacia las zonas despobladas, y la actual pirámide de población no es un mal reversible que el Estado deba combatir.
Pero no voy a hacer el análisis de los tópicos y errores analíticos de este programa electoral. Lo transcribo, eso sí, como una muestra de la oleada política/natalista que se prepara a nivel mundial, a medida que la revolución reproductiva nos lleva a sociedades demográficamente avanzadas, con alta esperanza de vida, baja natalidad y crecimientos estancos o negativos sólo alterables por las corrientes migratorias internacionales, cada día más intensas pero ligadas principalmente, como siempre, a las oportunidades laborales.
El programa tiene cuatro apartados: I) El Legado; II) Desafíos para un futuro mejor; III) Presupuestos y compromisos, y VI) Seguir transformando Portugal. El II identifica como primer desafío «A questão demográfica»; lo transcribo a continuación:
No es exagerado decir que, en un plazo no muy largo, nuestra capacidad de afirmación como entidad política autónoma depende ampliamente de la inversión del «invierno demográfico» en que Portugal ha caído dede hace más de tres décadas y, por tanto, de nuestra movilización colectiva en favor de políticas públicas favorables a las familias.
Por iniciativa de la actual mayoría, se ha promovido un amplio debate en torno a la natalidad, que ha permitido presentar un conjunto de medidas legislativas, tanto en el Parlamento como en el Gobierno, entre las que puede destacarse, como ejemplo, la cuota familiar en el IRS (el IRPF en España), cuya reforma se hizo atendiendo a la amigabilidad con las familias, la ampliación del plan de vacunación o los cuidados formales en la primera infancia. Pero es necesario ir más lejos, poniendo en práctica medidas adicionales:
Pero la cuestión demográfica no puede ser encarada únicamente bajo ese perspectiva. Requiere también que, frente el envejecimiento progresivo de nuestras sociedades, se cambie radicalmente la forma de ver el papel que los mayores deben asumir, valorando su contribución en los niveles más diversos, entre otras medidas para promover el envejecimiento activo. Trabajaremos para permitir una transición gradual de la vida activa, facilitando la prolongación de la vida laboral, de forma voluntaria, además de favorecer modelos de trabajo a tiempo parcial.
Al mismo tiempo, importa encontrar nuevos caminos para incentivar el regreso al país de nuestros compatriotas que, durante la última década, se vieron forzados a buscar fuera un futuro mejor, o conseguir atraer ciudadanos extranjeros que puedan dar una contribución importante a nuestro desarrollo.
Finalmente, hay que poner en prácticas soluciones que permitan corregir los desequilibrios demográficos internos, creando condiciones que incentiven el regreso de las poblaciones, y sobre todo de los jóvenes, a las zonas más desertificadas del territorio nacional.