‘La crisis imaginada y los miedos demográficos’, conferencia en Logroño


El  jueves 1 de septiembre de 2016, con el título La crisis imaginada y los miedos demográficos, presentaré la conferencia inaugural del IX Curso de Verano Ciudad de Logroño «Crisis demográfica: ¿hijos o inmigrantes?» (1 y 2 de spetiembre). La conferencia, que resumo más abajo, será abierta al público y tendrá lugar entre las 12:15 y las 14:15h en la  Casa de las Ciencias de Logroño.

Debo este honor a la amable invitación de Luis Español, director del curso y profesor en la Universidad de Logroño. Puesto que me pide  un par de páginas que resuman la intervención, propongan algunas cuestiones susceptibles de debate y sugieran unas pocas lecturas, pongo esa información aquí para quienes vayan a asistir, pero también para quien no puede hacerlo y le interese el tema (los links insertos en el texto conducen a otros sitios en los que se amplia información y se incluyen bibligrafía y vínculos a otros lugares relacionados):

RESUMEN


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Empezaré exponiendo qué se considera crisis demográfica, en el mundo (la sobrepoblación) pero, especialmente en nuestro país (véase El suicidio demográfico de España), donde, para algunos, es un añadido a la actual crisis económica. La precariedad laboral, el paro, la falta de expectativas para los jóvenes, el recurso de muchos a buscar trabajo fuera de España, todo apunta a un retraso notable en la emancipación, la formación de pareja, el nacimiento de los hijos, con consecuencias visibles en la bajísima fecundidad y en el progresivo envejecimiento demográfico. Todo ello tendrá efectos nefastos en el futuro para la reposición de mano de obra a medida que se jubilen las actuales generaciones activas. Aumentará los costes de los sistemas sanitarios y de pensiones, acrecentará el desequilibrio entre cotizantes y perceptores de protección social, obligará a una presión fiscal creciente y, en términos generales, amenaza al propio Estado del Bienestar y rebajará la posición internacional de España frente a países más jóvenes y demográficamente dinámicos.

Para otros la crisis demográfica se viene gestando hace muchas décadas, más de un siglo incluso, y tiene por causas la decadencia moral de las sociedades modernas, el creciente individualismo, la descomposición de la familia y los roles tradicionales, la pérdida de valores, etc. (véase La decadencia de occidente y la demografía). Los resultados, nuevamente, son la baja fecundidad y el envejecimiento, que sólo podrán resolverse recuperando los valores correctos mediante una educación adecuada y el apoyo político y económico a las familias.

Como tantas alarmas previas en lo que se refiere a la evolución demográfica, estamos ante un cúmulo de tópicos erróneos acerca de lo que ha cambiado en la demografía de España y del mundo, que conducen necesariamente a conclusiones igualmente erróneas sobre sus consecuencias. Estas alarmas no tienen en cuenta la diferente casuística de las dinámicas poblacionales en función del tamaño de las unidades objeto de análisis, tratando indistintamente el despoblamiento rural o el descenso de la fecundidad en China. Un ejemplo de este error básico puedes encontrarlo en la entrada Escándalo demográfico en el Senado.

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Pero, sobre todo, son alarmas basadas en una comprensión nula de los cambios poblacionales. Por eso dedicaré una segunda parte a exponer qué dice la propia demografía sobre lo que ha cambiado en la dinámica poblacional de España y del mundo. Como se verá, lejos de constituir un cambio pernicioso, estamos ante la más abrumadora prueba del progreso humano.

La modernización demográfica se produce por una auténtica revolución en eficiencia de la reproducción humana, y su palanca principal es la lucha contra la muerte evitable (todo lo contrario al supuesto egoísmo, decadencia moral, etc.). El históricamente súbito cambio en la mortalidad está en el origen de todas las demás transformaciones conyugales, familiares, intergeneracionales, y explica el acelerado crecimiento poblacional del siglo XX, la liberación femenina de la sobredeterminación reproductiva, el radical cambio en la duración de las distintas etapas de la vida y en su dotación de recursos desde la infancia.

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Finalmente, mostraré que no se trata de un cambio local, sino mundial, y que está lejos de haber finalizado, y expondré algunas de sus múltiples consecuencias afortunadas, y los posibles escenarios de futuro que la propia demografía es capaz de dibujar, muy alejados de los tópicos alarmistas.

En resumen, mi conferencia pretende aportar algo del rigor descriptivo, metodológico y analítico, propio del análisis demográfico, a un debate plagado de apriorismos, moralismos, tópicos y arcaísmos ideológicos. Es necesario hacerlo porque aumentan rápidamente las propuestas de acción y de reformas frente a la supuesta crisis demográfica. En el mejor de los casos, provocan un uso ineficiente de los recursos, por dirigirse a un objetivo falso (véase Galicia natalista). Pero además pueden servir tambiénde coartada para ofensivas ideológicas sectarias, o para medidas políticas retrógradas  y discriminatorias.


Trabajos propios relacionados

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2 comentarios en “‘La crisis imaginada y los miedos demográficos’, conferencia en Logroño”

  1. En las conclusiones de su libro «La madurez de masas», señala un posible problema (la de la infecundidad). Problema que analiza desde el punto de vista individual. La pregunta que le quería formular es, teniendo en cuenta la fecha de publicación de su libro, si los datos que ha habido desde entonces confirman esa tendencia. También si ese problema amerita algún tipo de medida política, si desde entonces ahora se han encontrado más posibles causas, etcétera.

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    1. Gracias por el comentario. Es una pregunta crucial porque, al margen de la reproducción colectiva (reproducción nunca más eficiente que hoy y, además, cada vez más dependiente del componente migratorio internacional), la vida es radicalmente diferente si se tienen hijos. Aunque la evolución de la infecundidad debe comprobarse una vez las sucesivas generaciones alcanzan edades maduras/avanzadas, es significativo el retraso creciente con que los actuales adultos están teniendo sus hijos en la mayor parte del mundo, y esa es una tendencia que se ha acentuado desde que escribí el libro. Si eso merece respuesta política depende de la voluntariedad de la infecundidad. Las personas, especialmente las mujeres, pueden hoy tomar la decisión por sí mismas, cosa que no pudieron hacer prácticamente jamás en el pasado no muy lejano. Entre quienes no tienen hijos hay un componente voluntario importante, y no creo que ahí quepa medida política alguna. Pero también hay otro, el de quienes quisieran pero, responsablemente, esperan a conseguir los medios y posibilidades para tener a sus hijos con los altos estándares actuales, y pueden acabar llegando a edades muy maduras en las que sus posibilidades se agotan. Esa infecundidad no deseada es la que, en mi opinión, merecería medidas públicas, no para resolver «problemas demográficos» de la nación, sino para ayudar a vivir mejor a sus ciudadanos. Por desgracia, la mentalidad natalista sólo considera financiable por el Estado a la familia con hijos, pero prácticamente nadie se plantea ayudar a quienes todavía no los tienen. Se da así la paradoja de que en muchos países avanzados se ha roto la tradicional pauta por la que la fecundidad era tanto mayor cuanto más baja la clase social. Podríamos llegar a un mundo en el que sólo los estratos más ricos puedan cumplir sus deseos si quieren tener hijos.

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