Conceptos y definiciones


Definición general: La “Revolución Reproductiva” es un salto cualitativo en la eficiencia de la reproducción de las poblaciones.

Esta definición, sumamente sintética, se asienta en un conjunto adicional de definiciones y supuestos bien conocidos para cualquier demógrafo. No pretendemos atribuirnos la autoría de ninguno de ellos, sino reordenarlos y darles un nuevo uso:

Supuesto 1

La demografía tiene por objeto específico las poblaciones entendidas como “sistemas reproductivos»

Existe una ambigüedad evidente, una duplicidad de sentido muy clara, en el concepto de «población», tal como es utilizado en ciencias sociales:

El «stock» poblacional. Para esta acepción, una población es cualquier agregado de individuos. Se trata de la «n» de una distribución estadística, o de la «muestra» de cualquier encuesta o estudio sociológico. Ese es el sentido utilizado generalmente, incluso en demografía. Estas poblaciones corresponden a un instante temporal y sus componentes se definen por la pertenencia a una «clase» dentro de una taxonomía más general, como la de unidades geográficas, administrativas, sociales, laborales, etc. A lo sumo, cuando se introduce la necesidad de analizar el cambio temporal, se pueden estudiar tales «clases» o «stocks» de personas en más de un instante en el tiempo (las personas mayores en España, en 1950 y en 1960, por ejemplo)

El «sistema» poblacional. Este es un concepto antiguo, puede pensarse incluso que arcaico, en las ciencias sociales. Está en los orígenes del análisis demográfico a finales del siglo XIX, muy influido por las concepciones organicistas y biologistas de las poblaciones (es la época en que las ideas de Darwin se propagan rápidamente), pero también por la nueva ideología política que fundamenta el derecho del nuevo Estado moderno en la existencia de la «nación» (es también la época de definitiva propagación de los Estados Nacionales, que tanto contribuyen a la creación de los Sistemas Estadísticos modernos). En esta concepción, las poblaciones tienen identidad real a lo largo del tiempo, incluso más allá de la muerte de las personas que las componen.

Supuesto 2

Las poblaciones que constituyen sistemas reproductivos se mantienen indefinidamente en el tiempo y, de hecho, son su propio «output»: existen más allá de la vida efímera, la muerte fatal, de sus componentes individuales.

Tales sistemas poblacionales son el «objeto ideal» sobre el que se construye todo el instrumental de análisis específico de la demografía, el que se expone en cualquier manual de análisis demográfico.

– En cualquier manual de análisis demográfico se encontrarán dos tipos de herramientas de análisis estadístico de las poblaciones: las que podrían aparecer en cualquier otro manual de análisis estadístico perteneciente a otras disciplinas sociales, y las que sólo manejan los demógrafos. Pues bien, estas son las que sirven para estudiar la reproducción de las poblaciones, entendidas como sistemas.

– El «análisis demográfico» de nuevo tiene dos sentidos, y su uso indistinto produce una gran confusión:

      • El análisis estadístico, el que se usa con cualquier stock
      • El análisis de la reproducción del sistema poblacional en sus componentes vegetativo (nacimiento y muerte) y migratorio

Es el segundo el que caracteriza a la demografía frente a otras disciplinas. En él las poblaciones no son clases de personas en un instante del tiempo, sino conjuntos sistémicos de «vidas» de personas, fluyendo en el tiempo, y constantemente renovadas por la sustitución entre generaciones.

Supuesto 3

El enunciado 2 se cumple con un abanico de diferentes grados de «eficiencia» en la relación entre el volumen poblacional mantenido en el tiempo y la cantidad de nacimientos necesarios para ello.

– La reproducción es un asunto «longitudinal», atañe a las relaciones numéricas entre generaciones y no sólo a la evolución de los stocks
– La eficiencia reproductiva, por tanto, no puede determinarse únicamente con indicadores transversales.

Supuesto 4

El determinante principal de la eficiencia reproductiva es la duración de las vidas (de las personas que integran la población), entendida en su perspectiva longitudinal (esto excluye los indicadores «sintéticos» transversales como la esperanza de vida y requiere, en cambio, de información sobre la mortalidad de las sucesivas generaciones).

Supuesto 5

Un sistema reproductivo será tanto más eficiente cuanto menor número de nacimientos requiera para mantener en el tiempo una población dada.

– En otras palabras, un mismo volumen poblacional puede ser mantenido en el tiempo con diferentes combinaciones de fecundidad y de supervivencia; a menor supervivencia, mayor es la fecundidad necesaria, pero también es menor la «eficiencia» reproductiva que acompaña a cada uno de los nacimientos.

Supuesto 6

La eficiencia reproductiva es una magnitud cuyos valores teóricos extremos van desde la extinción (la supervivencia es tan escasa que cualquier número de nacimientos sería insuficiente) hasta la eficiencia absoluta que resultaría de la inmortalidad (ningún nacimiento sería necesario para mantener la población).

– El abanico real es mucho menor: puede ampliarse considerablemente si se incluye el de otras las especies de seres vivos, pero cuando se refiere únicamente a las poblaciones humanas los distintos tipos de ajuste entre supervivencia y fecundidad se han movido en un abanico limitado a lo largo de la historia humana.

Supuesto 7

La relación entre la mejora de la supervivencia generacional y la eficiencia reproductiva no es lineal: la eficiencia del sistema experimenta «saltos» cuando la supervivencia generacional alcanza ciertos umbrales críticos.

– Los umbrales se miden mejor con las edades «medianas» a la defunción que con la edad media; en otras palabras, más que los años repartidos de forma abstracta, importan las personas que alcanzan cada edad y, en particular, el momento en que la edad es alcanzada con vida por la mayoría de los nacidos (la edad mediana a la defunción, en la tabla generacional de mortalidad)

– Se produce una de tales discontinuidades cuando la mayor parte de los nacidos alcanza con vida las edades en que se inicia la vida potencialmente fecunda (la eficiencia no experimenta grandes incrementos porque la supervivencia mediana pase de los 10 a los 11 años, por ejemplo, pero sí importan todos aquellos que sobreviven más allá del inicio de su vida fértil).

– Otro umbral crítico para la supervivencia mediana son las edades maduras, aquellas en que las personas han tenido tiempo de culminar la constitución familiar y de criar a sus hijos. Este es el tema de mi libro «La madurez de masas».

Un buen indicador de la eficiencia reproductiva es la «reproducción de los años vividos» ideado por Louis Henry.

– Las tasas netas de reproducción, en cambio, sólo miden el número de hijas en relación al de madres, sin tener en cuenta el número de años vividos respectivamente por ambas generaciones. La evidencia de que no es un buen indicador para nosotros es fácil de ilustrar suponiendo el caso individual de una madre que tiene cuatro hijas (aparentemente su eficiencia reproductiva es muy alta) de las cuales ninguna sobrevive hasta los 10 años (ahora se hace evidente que su eficiencia reproductiva no sólo es escasa, sino que es nula.

Con estos escasos enunciados, muy básicos por otra parte, creemos proporcionar un nuevo marco teórico para el estudio del dramático cambio demográfico experimentado por la humanidad en apenas dos siglos.

DERIVACIONES TEÓRICAS (este es un campo abierto aún)

Ninguna de los supuestos anteriores se aparta apenas de los contenidos de cualquier manual de análisis demográfico, y todos ellos pueden entenderse como principios generales o metodológicos discutibles y revisables, sin demasiados contenidos informativos sobre lo que ocurre realmente en el mundo.

Ahora bien, una vez aceptados (aunque sólo sea a título «experimental»), a partir del anterior conjunto de proposiciones se plantea un descomunal programa de investigación empírica, y pueden plantearse afirmaciones de gran calado para las ciencias sociales en general y que sí aportan alguna originalidad en cuanto a la manera de plantear la investigación en demografía:

El extraordinario cambio demográfico experimentado por la humanidad desde el siglo XVIII es bien conocido por los demógrafos, pero ha sido descrito hasta ahora mediante indicadores transversales, en el marco de la conocida «Teoría de la Transición demográfica» (TTD) e ignorando el carácter sistémico y longitudinal de la reproducción humana. El cambio se entiende mucho mejor si se describe como una «revolución reproductiva» que si se entiende como una «transición demográfica».

El carácter fallido de la teoría de la transición demográfica (TTD) se pone en evidencia porque

  • La TTD no puede dar explicaciones, evidenciar los mecanismos causales, porque sus herramientas son exclusivamente descriptivas.
  • La TTD no puede incluir más que modelizaciones de la dinámica demográfica que no se corresponden con ninguna realidad empírica porque los indicadores transversales son incapaces de dar cuenta de las relaciones intergeneracionales, auténtico núcleo del cambio demográfico que la TRR sí considera central.
  • La TTD es una más de las arcaicas teorías de los distintos estadios que separan «Occidente» del resto de civilizaciones (como la de los tres estadios de Compte), y mezcla de forma indiscernible argumentos demográficos con otros cualitativos y valorativos que la TRR no incluye . Es una Tª «taxonómica», al estilo de las «ciencias naturales» del siglo XIX, más adecuada para la práctica política de los estados coloniales que para la explicación científica de los cambios históricos (Szreter 1993).
  • La TTD, aunque permita anticipar los efectos del cambio demográfico sobre la estructura por edades (el mal llamado envejecimiento demográfico) ha sido incapaz de pronosticar o de explicar la manera en que se ve modificada la significación de las diferentes edades del ciclo vital.
  • La TTD falla en la predicción o la explicación del «baby boom» de los años posteriores a la segunda guerra mundial, porque no hay nada en la teoría que explique una recuperación de la fecundidad, especialmente si esta coincide con años de fuerte progreso económico. En cambio la TRR puede asimilar, dentro de su marco teórico, la confluencia de calendarios fecundos de diferentes generaciones que da lugar al baby boom.
  • en esta línea de argumentación, es notable la promesa de integración teórica con los modelos de Richard Easterlin sobre las causas del baby boom, que también se basan en «relaciones intergeneracionales» y que tan alejados parecen de la TTD.

El concepto de «revolución reproductiva» proporciona el núcleo formal de una auténtica teoría demográfica con la que dar explicación a tales cambios.

  • A diferencia de la TTD, la TRR incluye los indicadores generacionales, y las edades recuperan su significado como etapas vitales y dejan de ser meros stocks simultáneos en un instante del tiempo.
  • El presupuesto de que la reproducción de las poblaciones es un «sistema» permite explicar directamente el descenso de la fecundidad como consecuencia del incremento de la «eficiencia del sistema» al superar ciertos umbrales de mejora en la supervivencia de las generaciones

La teoría de la «revolución reproductiva» puede insertarse, a su vez, dentro de un marco teórico aún más general: el de las revoluciones productivas. Si se acepta una analogía formal entre la reproducción de seres humanos y los diversos procesos de «producción» con los que la humanidad modifica su entorno natural, el salto de escala implícito en el concepto de revolución reproductiva puede situarse en pie de igualdad con los que constituyen el núcleo de la revolución neolítica en la producción de alimentos, la revolución industrial en la producción de bienes manufacturados, o la revolución informática en la producción y procesamiento de información. Todos ellos pueden ser vistos como saltos cualitativos en el rendimiento obtenido del «input» que nutre los respectivos sistemas productivos implicados.

La RR constituye en sí misma un elemento clave del proceso de modernización, en pie de igualdad con las revoluciones productivas y políticas del siglo XIX.

Mediante la TRR la demografía adquiere capacidad explicativa. Hasta ahora se ha limitado al papel de «ayudante» de otras disciplinas o se ha resignado a que cualquier fenómeno demográfico se explique externamente, desde otros marcos teóricos disciplinarios, como el de la sociología o, sobre todo, el de la economía.

La RR es un componente explicativo fundamental de la manera en que los roles de género han evolucionado. Frente a la explicación de la economía política, que parece atribuir la liberación femenina exclusivamente a la combinación de ideas progresistas con las correspondientes medidas políticas, nosotros creemos que los requerimientos reproductivos han sido desde tiempo ancestral el principal determinante de la distribución sexual de roles, y que de la misma manera ha sido la revolución reproductiva la que ha volado por los aires tales determinaciones.

La TRR predice gran cantidad de cambios familiares que la Teoría de la Segunda Transición Demográfica sólo es capaz de señalar una vez acontecidos, y sitúa de nuevo los factores causales en el ámbito demográfico.

El envejecimiento demográfico se ve por fin liberado de las connotaciones negativas que se le atribuyen. En el marco de la Transición Demográfica, el cambio en la pirámide de población es visto como una «secuela indeseable», un problema económico, social y sanitario, un subproducto alarmante contra el que hay que tomar medidas. El análisis transversal, de stocks poblacionales, que caracteriza la TTD, da el mismo tratamiento al cambio de la estructura por edades resultante del abandono rural y el despoblamiento y al cambio que resulta de la mayor eficiencia reproductiva en grandes sistemas poblacionales e incluso en el sistema demográfico global. Esta confusión permite que el segundo tipo de envejecimiento demográfico sea igualmente interpretado como una amenaza, anuncio de la decadencia futura, y sirva para justificar una cantidad ingente de previsiones pesimistas que la realidad viene desmintiendo sistemáticamente desde hace casi un siglo. Por el contrario, en el marco de la Revolución Reproductiva, el envejecimiento demográfico se revela en sí mismo en un factor más de progreso, emerge como una componente más de un conjunto de cambios sociodemográficos modernizadores y no como un subproducto indeseable.

  • Arango, J. (1980), «La teoría de la transición demográfica y la experiencia histórica», publicado en Revista Española de Investigaciones Sociológicas, (10): 169-198.
  • Billari, F.C., Dalla Zuanna, G. (2008), La rivoluzione nella culla. Il declino che non c’è. Università Bocconi.
  • Easterlin, R. (1978), «The economics and sociology of fertility, a synthesis.» en Tilly -Ed-, Historical studies of changing fertility: Princeton U.P.
  • Szreter, S. (1993), «The Idea of Demographic Transition and the Study of Fertility Change: A Critical Intellectual History», publicado en Population and Development Review, 19 (4): 659-701.

17 comentarios en “Conceptos y definiciones”

    1. Gracias por escribir. Pero no se muy bien cuál es la duda, porque el concepto que mencionas me suena raro ¿Puedes señalarme en qué lugar de ApdD he escrito eso de “esperanza de vida a media vida”? Saludos y gracias por tu interés.

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  1. Hola, soy estudiante de un Máster en Envejecimiento, una de las tareas que nos han mandado consiste en leer acerca de la revolución reproductiva y leyendo este blog y publicaciones escritas por usted me cuesta entender porque la revolución reproductiva podría explicar el fin del patriarcado. Me gustaría que me aclarase ese vínculo de unión que describe en sus artículos entre ambos conceptos previamente mencionados.
    Muchas gracias.
    Saludos

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    1. Hola Nuria. Te agradezco mucho la pregunta, porque toca una cuestión de las más importantes en la TRR, su impacto sobre los roles sociales asociados al género. Voy a crear una página expresamente dedicada a responderte, pero mientras la acabo, hago aquí la síntesis. El punto de partida es la ineficiencia reproductiva en nuestro pasado, por la escasa supervivencia de los que nacen. En el patriarcado todo está organizado para que sean las unidades familiares las que se mantienen en el tiempo, y los individuos viven tan poco que no son lo principal. La mujer está sobredeterminada por su función reproductiva para el grupo, no para sí misma, y se la controla y supedita de forma hoy inimaginable. Dada la escasa supervivencia hasta las edades fecundas (menos del 50% llegaba con vida a los 15 años) cualquier grupo social tenía en el control del cuerpo femenino una de sus fuentes de poder. Ellas no podían decidir sobre cuándo o con quién se las casaba, todo quedaba supeditado a la continuidad y el poder del grupo. Este poder se desintegra cuando se democratiza vivir hasta las edades adultas y todos los que nacen tienen después ocasión de reproducir también. Esto sólo se consigue si los hijos y las hijas son tratados mejor, pero tiene después el beneficio de que ya no es necesario tener ocho hijos porque sólo viven cuatro. La presión sobre la mujer baja, su control por la familia se hace menos perentorio, y aumentan las opciones individuales. En nuestro pasado más remoto la mujer no tuvo opciones individuales respecto al matrimonio o la familia, pero cuando se produce la revolución reproductiva, por primera vez en la historia conocida, todos esos son asuntos en los que por fin puede decidir: con quién, cuándo, con qué grado de consolidación o provisionalidad, si tiene hijos o cuántos tiene, y también en qué momento de su vida. Todo ello supone para el patriarcado una subversión definitiva. Y para el control social de la sexualidad, y para el autoritarismo familiar… Todavía hay quien añora el pasado y dice que vivimos una crisis demográfica, pero lo cierto es que el cambio demográfico ha liberado a las mujeres de la esclavitud reproductiva y les ha dado la capacidad de decidir sobre sus vidas. Espero haberte ayudado, pero también te agradeceré que sigas escribiendo con tus dudas o simplemente los comentarios que quieras. Un saludo

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      1. Estimado Dr. Julio Perez,

        No acabo de ver como la TRR ha liberado a las mujeres, ni a nadie, de la esclavitud reproductiva (lo del patriarcado está ya tan manido que me lo salto directamente), al menos no completamente. Aunque los patrones sociales hayan cambiado una mujer no puede tener hijos cuando quiera, ni tampoco un hombre. No hay que olvidarse de la biología: tenemos fecha de caducidad, todos (y todas). Una alternativa es recurrir al producto (óvulos y esperma) congelado. Pero el mejor pescado y mas sabroso es el que se come al lado del mar. Por lo demás, gracias por la página.

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      2. Gracias a ti por escribir. Pero, por favor, sigue leyendo la parte que no completaste antes de formarte una opinión. Espero que, de la TRR, no quede como idea central que lo cambiado han sido los patrones sociales, entiendo que eso no te suene muy bien. La idea central es que el cambio se ha producido en la eficiencia con que se reproducen las poblaciones, y los patrones sociales, las ideas, los valores, van mucho después. Lo primero es duro e ineludible: conseguir que los que nacen no mueran antes de poder aportar su propia descendencia a la reproducción poblacional. Sin conseguir eso no hay patrones sociales que se puedan cambiar, porque tener una menor fecundidad es imposible (conduce a la extinción), y eso quiere decir que las mujeres no tienen opción colectiva (siempre hubo clases altas cuyas mujeres podían elegir, pero no eran demográficamente representativas). La revolución reproductiva no es un cambio sociológico, es un cambio demográfico. Si no se ve cómo libera a la mujer, seguro que ayudaría imaginarse siendo mujer en 1900 en España, cuando la mitad de los nacimientos no llegaban vivos a los 15 años, había que tener el primer hijo a los 9 meses de casarse y seguir así hasta morir en un mal parto o hasta que llegase la menopausia. Y eso teniendo que trabajar además de criar hijos, sin electrodomésticos, sin pañales desechables, sin asistencia médica en los partos… Ideas igualitarias ya había en el siglo V antes de Cristo, las ha habido siempre, pero lo que no había era una reproducción que aprovechase bien las nuevas vidas, que se desperdiciaban masivamente antes de que alcanzasen las edades fecundas. Que en la actualidad parir sigue siendo una función femenina es innegable, pero es fácil ver la diferencia: hoy es opcional, voluntario, y los hijos son de la mujer y los decide la mujer; antes no era opcional y la mujer era la «paridora» de la familia, del marido o de la patria, quisiera o no. Saludos y nuevamente gracias por tu comentario.

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  2. Estimado, he realizado una breve reseña (de 3 páginas) de la teoría de la revolución reproductiva para incluir en el marco conceptual de un artículo en el que estoy trabajando. Quisiera saber cómo puedo enviársela para que la lea y verifique que no haya malinterpretado ningún aspecto de vuestra argumentación.

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  3. Antes que nada, le pido disculpas por el tono de mi primer comentario, que recién advierto, ha sido poco amigable. En realidad desde que encontré su blog lo leo con mucho interés, y coincido con sus opiniones en muchos aspectos. Su manera de hacer demografía me gusta, y su compromiso también.

    Fue justamente interiorizándome más en la teoría de la “revolución reproductiva” que me encontré con algunas argumentaciones no tan sólidas.
    No discuto el valor de la demografía como disciplina, ni tampoco lo positivo de la actual dinámica demográfica, eso es precisamente en lo que coincidimos.

    Mi cuestionamiento es en realidad que la eficiencia en la producción de vidas humanas “explique” la actual dinámica demográfica, que desde mi punto de vista puede entenderse como una mayor eficiencia si, pero en el sentido valorativo, o como un análisis ad hoc.

    Sin embargo, las razones por las que las poblaciones han disminuido la natalidad son fruto de un complejo debate, por lo cual me gustaría saber cómo entiende que opera el mecanismo mediante el cual la disminución de la mortalidad “produce” la disminución de la natalidad. Porque la omisión en la explicación de ese mecanismo permite interpretar que usted considera que los fenómenos demográmicos están sujetos a una lógica inconsciente de especie, de modo que la población tendrá una tendencia a comportarse siempre en favor de su conveniencia como especie.
    Y es ahí donde su teoría no me convence, porque considero que no existen leyes universales ni tendencias humanas inmutables en demografía, y que por lo tanto, si la población ha disminuido la natalidad, y si la causa es la disminución de la mortalidad, es necesario explicar cómo una cosa lleva a la otra, más allá de que resulte “lo conveniente” al interpretarlo desde nuestro análisis racional en términos de eficiencia en la producción de la vida.

    Estoy realizando una investigación sobre la protección social de la vejez en sociedades envejecidas, y discuto permanentemente con trabajos demográficos cuyo análisis de pretendida (pero falsa) neutralidad lleva a sugestionar sobre la existencia de un “problema”. El “problema” del envejecimiento, que a su vez es una consecuencia de un «problema» anterior: la caída de las tasas de natalidad.
    Pero en realidad, el único problema que encuentro, y aquí coincidimos, es de distribución.

    Espero haberme explicado correctamente y esta vez sin hostilidad (vuelvo a disculparme porque releo lo que escribí y lo encuentro despectivo).Sus posturas me han resultado las más próximas a las mías, pero al momento de abordar el debate teórico en torno a los fenómenos demográficos de nuestro tiempo, no he encontrado herramientas explicativas sólidas en vuestra teoría. Por lo que me planteo que es posible interpretar la actual dinámica demográfica como “eficiente” en términos de “producción de vidas humanas”, reconocer todas sus virtudes sociales y humanas, e incluso alentarla como “modelo demográfico”, sin adherir a la explicación de que estas ventajas hayan sido “el fin” del cambio demográfico y que por lo tanto, puedan explicarnos el “porqué”.

    Sol

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    1. Gracias de nuevo por tus comentarios, y no tienes que disculparte de nada; ojalá muchos más hagan como tú. Me das la oportunidad de aclarar mis ideas. Tu pregunta sobre los mecanismos por los que las mejoras en mortalidad producen menor fecundidad es absolutamente clave para nuestro proyecto. Están desarrollados extensamente en algunas de nuestras publicaciones (especialmente en el libro «La madurez de masas», que puedes encontrar en pdf aquí, en libre acceso), pero es bueno para intentar sintentizarlos:
      La clave del argumento es que no puede buscarse vínculo entre la evolución de mortalidad y fecundidad si los indicadores empleados son «transversales» (miden el «fenómeno» durante un momento, generalmente un año), porque sus mutuas relaciones se dan en el transcurso de los ciclos de vida completos. Por eso la teoría de la transición demográfica fracasa en establecer un nexo causal. Pero las cosas son diferentes si se hace análisis «generacional» en vez de «transversal», y esa es también una de las claves analíticas y metodológicas de nuestra propuesta teórica. Entonces lo que se observa es cómo influye la mejora de la mortalidad que experimenta una generación, desde su nacimiento, en los comportamientos y características colectivos de esa generación a lo largo de su ciclo vital. El impacto de la mejora hay que buscarlo en los comportamientos que se tendrán años después, al alcanzar edades reproductivas, y no el mismo año en que se produjo.
      Por un lado un mayor número de supervivientes hasta edades adultas permite reproducir una generación con un número mucho menor de hijos por mujer. El argumento es fácilmente cuantificable: una generación en la que nadie muere hasta haber tenido hijos se reproduce con un promedio de 2; una generación en la que mueren la mitad antes de ser adultos sólo se reproducirá si la fecundidad es de 4.
      Por otro lado, los cambios en la supervivencia infantil están asociados a la mejora en los recursos que se les dedican (materiales, afectivos, médicos, educativos, relacionales…). Esa mejora se transmitirá en el tiempo también a sus características al cumplir edades adultas y empezar a tener sus propios hijos. No puedo extenderme aquí, pero ocurre que esos cambios hacen más probable que el número medio de hijos que entonces tengan sea inferior que los de la generación anterior, y también que se cierre un «círculo virtuoso» porque la mejor dotación de los progenitores y el menor tamaño de sus descendencias todavía permitirá mejorar y concentrar aún más los recursos que les dediquen, creando una dinámica intergeneracional de mejoras sostenidas y de descenso de la fecundidad igualmente sostenido.

      Por eso en nuestro proyecto huimos de la obsesión por el «estoc» de población, tan típica de la teoría de la transición demográfica, y nos centramos en un concepto fundamental para entender la modernización de las dinámicas poblacionales, la «eficiencia reproductiva». La ineficiencia que resultaba de la elevada mortalidad precoz convertía a la mujer en un objeto de dominio social, político y patriarcal casi «ganadero». Cualquier cultura conocida anterior al siglo XIX se movió en torno a esperanzas de vida inferiores a los 35 años. Nosotros añadimos que, precisamente por eso, todas sin excepción se apropiaron del cuerpo femenino como un elemento fundamental de la propia reproducción del poder, negando a la mujer la libertad de tomar sus propias decisiones sexuales, conyugales y reproductivas (salvo en casos contados propios de las élites sociales o de sus estratos más marginales, claro). El cambio cualitativo que supone asegurar la vida completa a todo nacido hace saltar por los aires un fundamento ancestral y muy rígido en las relaciones de género. No era el único, pero era crucial. En cambio, sumergidos como estamos hoy en el posmodernismo y el posmaterialismo sociológicos, nadie parece atender a otros motivos de cambio que no sean culturales, de los sistemas de valores, en las políticas o en las ideas. El psicologismo anglosajón lo hace depender todo de «nuestra voluntad» y «nuestra actitud», se estudian los cambios de opinión y de «gustos», pero todavía no he visto a nadie en las ciencias sociales tomarse en serio los efectos del dramático cambio que los humanos hemos experimentado en nuestra relación con la vida y la muerte.
      Espero al menos haber aclarado el concepto de «eficiencia reproductiva» que manejamos, y nuestra afirmación de que ha mejorado dramáticamente. No es un concepto valorativo, sino cuantitativo. Podemos medirla, y además observar qué cambios asociados conlleva. Y son de tal calado y amplitud que la mejor manera que se nos ha ocurrido para resumirlos es «revolución reproductiva».
      Gracias de nuevo por tu interés y comentarios; recibe un cariñoso saludo.

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  4. Estimado, si bien coincido con usted en la percepción valorativa de los actuales fenómenos demográficos, en tanto creo que la disminución de la mortalidad y la natalidad redundan en beneficios sociales, no estoy de acuerdo en transformar esa perspectiva en una teoría explicativa.
    Decir que las tasas de natalidad eran altas porque al haber alta mortalidad eran necesarias para «evitar la extinción» es asumir que las conductas reproductivas están orientadas por un razonamiento de «especie». Decir que ahora se tiene menos hijos porque «se puede» es una racionalización a posteriori cuya capacidad explicativa de la transición demográfica resulta poco fundada.
    Considero que explicar los fenómenos demográficos es bastante complejo pero, sin embargo, interpretarlos y decidir alentarlos es igualmente factible, mas allá de la teoría que los explique. Por eso, creo que su postura pierde seriedad cuando pretende tomar un papel académico que no tiene, y del que en realidad puede prescindir para argumentar en favor de la actual estructura demográfica

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    1. Gracias por tus comentarios Sol. Me sirven para testar cómo me explico y para intentar hacerlo un poco mejor. Yo sí quiero que la demografía sirva para explicar cosas; me dedico a ella hace veinte años e intento hacerlo con seriedad. Este blog es precisamente para recibir comentarios y críticas como los que me envías.
      Afirmas que alentar los fenómenos demográficos es factible; coincidirán contigo todos los que han propuesto políticas demográficas, muy diversos en tendencias políticas e ideológicas (porque alentar los fenómenos demográficos se hace siempre desde alguna ideología y enfrentándose a otras). Yo sólo añado que los cambios demográfico pueden ser motores de cambio social en sí mismos. Que la mitad de los niños dejen de morir antes de cumplir 10 años tiene consecuencias sociales, familiares y conyugales de muy largo alcance en el tiempo, que van mucho más allá de las políticas natalistas o maltusianas y de las ideologías de cada momento.
      Una cosa que debo evitar es que parezca que estoy explicando comportamientos individuales. Si es así, entonces tengo que estar de acuerdo plenamente cuando niegas que las conductas reproductivas estén orientadas por razonamientos de «especie».
      Pero la demografía trata de comportamientos agregados (que es lo que yo pretendo también, aunque la polisemia de los conceptos a veces sugiera lo contrario) y, como cualquier sociólogo sabe, los fenómenos agregados pueden ocurrir sin necesidad de que nadie se los plantee voluntariamente ni de forma consciente.
      Con la mortalidad que tuvo el ser humano durante toda su historia y que se traducía en una esperanza de vida de menos de 35 años, afirmo que la extinción sólo podía conseguirse con un índice sintético de fecundidad extraordinariamente alto para los parámetros actuales. No es una teoría. Es una conclusión a partir de datos, y fácilmente demostrable haciendo los cálculos correspondientes.
      Y espero me disculparás si creo que argumentar en favor de la actual estructura demográfica sí pasa necesariamente por explicar que resulta de una mayor eficiencia en reproducir la vida humana. Son posibles otros argumentos morales o ideológicas, pero las posturas contrarias también existen y se apoyan en argumentos del mismo orden. Lo que yo quiero es aportar argumentos científicos cuando afirmo que nuestra actual estructura por edades es mucho mejor de lo que fue nunca en el pasado.

      Te agradezco mucho el interés por el blog, y el esfuerzo de escribir y argumentar tus críticas y opiniones. Espero seguir contando con ellas, y que animen a muchos otros para que hagan lo mismo. Un cordial saludo.

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Julio Pérez Díaz, CSIC. Estudios de población y análisis demográfico