Ejercicio 7. Relación de masculinidad


Este es un ejercicio sobre la manera en que la edad va asociada a una relación numérica cambiante entre hombres y mujeres, la manera de representar esa relación entre efectivos de cada sexo, y las causas de este fenómeno casi universal.

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Enunciado:

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a) Calcular la relación (o razón) de masculinidad para el conjunto de la población en 1996, comparar con la de 1965 y comantar el nivel de ambas y su diferencia.

b) Calcular la relación de masculinidad de cada intervalo de edades en el año 1996.

c) Representar en una gráfica las relaciones de masculinidad por edades de ambos años.

d) Comentar la gráfica.

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Solución a la parte a) «Calcular la relación (o razón) de masculinidad para el conjunto de la población en 1996, comparar con la de 1965 y comantar el nivel de ambas y su diferencia».

La división de los hombres por las mujeres (19.399.535/20.269.845) convertida en porcentaje, arroja para 1996 un valor de 95,7% (es decir, por cada 100 mujeres habían 95,7 hombres en el conjunto de la población).

Se trata de valores muy similares a los de 1965 (95,3%), y ambos nos dicen que hay menos hombres que mujeres, aunque no por mucho. Sabemos que la supervivencia masculina es inferior a la femenina, de modo que el resultado era esperable.

Si la diferencia entre los dos años, de cuatro décimas, refleja un cambio estadísticamente significativo, podría deberse a que el diferencial de la superviviencia entre hombres y mujeres se esté reduciendo (si tuviésemos también los datos sobre mortalidad veríamos que no es así), pero la relación de masculinidad también se ve alterada por tendencias migratorias diferentes según el sexo. De hecho, en los años sesenta había mucha emigración laboral, diferencialmente superior entre los hombres, así que el final de esa tendencia podría ser también el motivo de la mayor paridad entre ambos sexos en los años noventa, cuando la emigración laboral española es ya escasa.

Solución a las partes b) c) y d)

El cálculo y la representación gráfica nos muestran una pauta para la relación entre hombres y mujeres a lo largo de las edades que resulta bastante similar en los dos momentos (de hecho, es su regularidad casi «biológica» la que convierte este gráfico en una buena herramienta para captar acontecimientos históricos que pueden perturbar las pautas ya conocidas de antemano).

Título: Recordad que siempre debe describirse el gráfico
o la tabla que se presenta

Fuente: Igualmente debe siempre hacerse constar de dónde
se han obtenido los datos

La relación es superior a 100 en las primeras edades; a diferencia de lo que observamos en el conjunto, en estas edades hay más varones que mujeres. Esto se debe a la constancia, biológicamente determinada, con la que se producen más nacimientos masculinos. La diferencia no es muy grande (por cada 100 nacimientos, aproximadamente 51,2 son masculinos, y 48,8 femeninos), pero resulta suficiente para que haya una relación de masculinidad superior a 100 en todas las edades infantiles y juveniles. No obstante, la sobremortalidad masculina empieza a influir incluso durante el primer año de vida: los neonatos son más frágiles si son varones. En las edades posteriores se unen otras causas, más sociales y conductuales, como las muertes por accidente. por intoxicaciones o por violencia, de tal manera que la inicial ventaja numérica se va reduciendo, como muestra el dibujo «curvo descendente» de la gráfica, y acaba por desaparecer.

La gráfica de 1965 es mucho menos regular que la de 1996, y muestra valores ligeramente inferiores en casi todas las edades juveniles-adultas. Probablemente eso tenga que ver con la emigración masculina, así que el gráfico nos sirve para empezar a lanzar hipótesis con las que continuar una investigación. Esta es una hipótesis, pero también podríamos pensar que hubo inmigracón femenina a esas edades, o que hubieron grandes catástrofes en las que la mortalidad de un sexo fue muy diferente a la del otro (una guerra, por ejemplo).

Lo más llamativo, en cualquier caso, es la gran ventaja femenina que acaba por producirse en las edades avanzadas. El efecto de la ligera sobremortalidad masculina, acumulado a lo largo de todo el ciclo de vida, acaba por reducir a los hombres a una tercera parte de la población de 80 años, y todavía menos en las edades posteriores. En definitiva, las grandes edades son un reino femenino, un hecho que tiene profundas implicaciones para la sociología de la vejez, la geriatría y gerontología, y para las políticas sociales, pero tembién para las dinámicas familiares y las relaciones intergeneracionales.

Si queréis leer algo sobre este tema, puede que os sirva algo que he escrito al respecto:

Pérez Díaz, Julio (2003), «Feminización de la vejez y Estado del Bienestar en España«, publicado en Revista Española de Investigaciones Sociológicas, (104): 91-121

También os recomiendo investigar en internet sobre una de las utilidades que ha tenido este indicador: detectar la anormal falta de mujeres en algunos países asiáticos, especialmente en India y China (en este sitio tienes una entrada sobre la política demográfica en China). Tanto el tradicional infanticidio como el moderno aborto selectivo, puestos al servicio de las preferencias por los hijos varones (por no hablar de las malas condiciones tradicionales de vida femenina) pueden estar produciendo una anormal relación de masculinidad. Podéis empezar vuestra búsqueda por un texto que en su día tuvo un gran impacto, escrito por un economista indio bengalí, premio Novel de Economía en 1998:

Sen, Amartya (1991), «Faltan más de 100 millones de mujeres», publicado en Isis Internacional, (15): 27-40


Música en ApdD: Version of Walkin’ Blues Joanna Connor Band @ Carty BBQ in Norwood

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Julio Pérez Díaz, CSIC. Estudios de población y análisis demográfico