PÉREZ DÍAZ, Julio (2003), «Feminización de la vejez y Estado del Bienestar en España«, publicado en Revista Española de Investigaciones Sociológicas, (104): 91-121
Resumen: la transformación de la dinámica poblacional conocida como «transición demográfica» es un importante motor de cambio no sólo en la distribución de la población entre las diferentes edades, sino también en la de los roles tradicionalmente asignados a cada sexo.
Se trata de cambios estrechamente relacionados. El creciente peso de las personas de edad madura y avanzada, y la generalización de la supervivencia hasta dichas edades, han abierto nuevas posibilidades de organización social y familiar, y nuevos “diseños” de ciclo vital individual.
La sobremortalidad masculina hace que la relación entre sexos sea crecientemente favorable a la mujer cuanto mayor es la edad. Pero esta característica tenía escaso efecto para el conjunto de la población cuando el peso de los más mayores es escaso, como ocurría en el pasado. En la actualidad, con un peso mucho mayor (y creciente) de las edades avanzadas en la pirámide poblacional, la feminización “estructural” es mucho más importante.
Pero también los roles de género cambian como consecuencia del cambio demográfico. En las dinámicas poblacionales tradicionales la elevada mortalidad obligaba a una igualmente elevada fecundidad, de modo que la mujer vivía sobredeterminada por su función reproductiva, y la distribución de roles sociales y familiares era “complementaria” y muy rígida. Con el aumento de la supervivencia hasta generalizarse las “vidas completas”, la presión sobre la mujer ha disminuído notablemente, la reproducción poblacional se ha vuelto mucho más eficiente, y la fecundidad ha podido descender a valores sin precedentes (y todo ello coincidiendo, además, con un amplio periodo de crecimiento demográfico muy acelerado).
En el artículo se sostiene que la distribución de roles productivos y reproductivos está dejando de tener al sexo como eje, para articularse en torno a la edad. Es bien sabido que las edades jóvenes y adultas se orientan cada vez más hacia comportamientos hasta ahora considerados “masculinos”, y se sugiere que las edades maduras y avanzadas podrían estar experimentando una preponderancia inversa de aquellos otros hasta ahora considerados “femeninos”. La vejez “jóven”, en el pasado muy improbable en las biografías indivicuales y alcanzada hoy por una abrumadora mayoría, está ganando protagonismo en ámbitos y responsabilidades que siempre estuvieron mucho más relacionadas con la mujer que con el hombre, especialmente en todo lo que implica atención y cuidados a los demás (los jóvenes, como los nietos, y los muy mayores). Es esa “feminización de la vejez” el fenómeno que se pretende argumentar en el artículo, a la vez que se evalúan sus ventajas y también los riesgos sociales que implica. En particular es posible que el Estado se aproveche de estas novedosas virtualidades demográficas para cargar aún más en la familia funciones que desempeñaba hasta ahora.