La maternidad retrasada


Reproduzco aquí un artículo publicado hoy en 20minutos.es, sobre la maternidad tardía. La autora, Amaya Larrañeta Gazpio, con la que tuve una interesante conversación telefónica mientras se documentaba para redactarlo,  ha tenido la amabilidad de enviarme inmediatamente el link al texto publicado:

La maternidad después de los 40 aumenta un 26%, según el INE

Avatar del periodista A. LARRAÑETA Por A. LARRAÑETA 30.06.2014 

Ver el artículo original en: http://www.20minutos.es/noticia/2175236/0/madres/a-los-cuarenta/aumento-ine/#xtor=AD-15&xts=467263

Nieves Sánchez tenía 37 años cuando dio a luz a su hija Abril. Muy pronto su ginecólogo empezó a meterle prisas. Debía ponerse manos a la obra cuanto antes si quería repetir maternidad. El doctor apelaba al reloj biológico, que a cada tic-tac reducía sus posibilidades de quedarse embarazada. Pero Nieves no sucumbió a la urgencia. «Tener hijos debe ser algo meditado. En mi caso se trataba de esperar a la pareja oportuna y al momento oportuno», confiesa. Casi cinco años después, con 41 años, tuvo a su hija Marina.

Ser madre una vez rebasada la barrera de los cuarenta es cada vez más habitual en España. El año pasado 35.666 mujeres se convirtieron en mamás tardías, lo que representa un 8,3% de los partos. Además, supone un 26% más que el año anterior (28.289) y más del doble que hace ocho años (16.512), según certifican las últimas estadísticas del INE hechas públicas el pasado martes.

Los expertos reconocen que el calendario de la maternidad está cambiando. «Las madres actuales han dedicado mucho esfuerzo a conseguir un nivel de estudios altos y han priorizado la consolidación laboral, no supeditándola ni a la pareja ni a la familia. Eso explica el retraso de la maternidad», asegura el demógrafo del CSIC Julio Pérez. «Ni la pareja definitiva, ni tener hijos son cosas que ahora se hagan pronto», añade.

Nieves tenía claro quería ser madre «cuando estuviera preparada», cuenta. «En mi primer matrimonio no quise serlo. Cuando tuve la pareja oportuna y supe que era capaz de hacerme cargo de mis hijos de forma independiente y autónoma, entonces fui madre».

A su alrededor, en el barrio y el colegio de las niñas, las mamás recientes de más de cuarenta años no son una excepción. «Creo que ya es bastante más normal. Ahora hay mucho divorcio y mucha gente con segundas parejas que decide tener un hijo. Algo habitual en mi entorno también son las parejas que tuvieron hijos siendo muy jóvenes y ahora, más adultos, han decidido repetir».

Menos óvulos y más serenidad

Para la antropóloga Elena Corrochano, también está cambiando el concepto social del proyecto vital. Citando a la socióloga francesa Martine Segalen, Corrochano describe cómo ahora «el verdadero vínculo se crea cuando se decide tener un hijo. Antes la pareja en sí era el proyecto de vida, ahora se busca pareja para tener hijos y ellos se convierten en el verdadero proyecto de vida, en el eje central».

El demógrafo Julio Pérez lo explica usando el término de «hijos de alto standing», un concepto que resume la idea prevalente de que hay que tener pocos hijos, a los que cuidar mucho y a los que dedicar abundantes recursos. De ahí que se retrase la edad de la maternidad y paternidad hasta que concurran las condiciones óptimas. «Parece que no se pudiera decidir tener hijos hasta que no se tenga trabajo, casa, coche y perro», asegura la antropóloga Corrochano.

Aunque la mujer es capaz de quedarse embarazada desde la primera menstruación a la última (entre los 15 y los 50 años), los médicos advierten de que los límites adecuados para ser padres están entre los 19 y los 35-40 años. Los argumentos son que a partir de los 35 años las probabilidades de quedarse embarazada descienden, ante la pérdida de cantidad y calidad de los óvulos, mientras los riesgos asociados al embarazo aumentan (diabetes e hipertensión) y las amenazas de aborto son más habituales. También los hombres a partir de esa edad pierden fertilidad, menguando sus posibilidades de embarazar y pudiendo engendrar fetos menos viables debido a malformaciones genéticas.

La doctora Victoria Verdú, ginecóloga de Ginefiv y adscrita a la SEGO y la SEF, asegura que en las clínicas de fertilidad también se percibe el retraso de la maternidad. La edad media de sus pacientes ha subido en diez años de 34 a 38 años. Las gestaciones solo se intentan hasta los 50 años y a partir de los 43 utilizan siempre tratamientos con óvulos donados. Estas inseminaciones se han duplicado y suponen ya un tercio de los tratamientos.

Madres a partir de los cincuenta

Los dos embarazos de Nieves, el de antes y el de después de cumplir los cuarenta años, fueron similares. «Algo de ardor al principio, un poco de ciática al final, nada preocupante». Los partos, igual de buenos. Pero la crianza sí resultó más gratificante la segunda vez. «Con la primera tenía más miedo que vergüenza, pero eso te pasa aunque seas una cría de ‘veintipico’. Al ser primeriza estas el día entero mirando al bebé. Si mueve o no la pestaña, el granito que le ha salido… Con la segunda estás más tranquila». Los embarazos tienen más riesgo, pero la salud de los nacidos no se resiente por la edad de las madres

Los estudios demuestran que la salud de los bebés no se resiente por el hecho de que sus padres tengan más años. En un reciente estudio sobre familias tardías, Corrochano ha comprobado que no existen diferencias notables entre los hijos de mujeres de 30 y los de mujeres de 40. En las entrevistas realizadas ha descubierto que los hijos de padres tardíos valoran la confianza que estos depositaban en ellos más que penalizaban que no les acompañaran en actividades atléticas, por ejemplo.

Nieves encuentra ventajas a ser madre tardía. «Estás más segura y más serena y eso espero que redunde en beneficio de mis hijas», señala. De momento, no le ve excesivos peros a su edad, aunque sugiere que «igual eso cambia con los años». «No sé si podré seguir su ritmo cuando se hagan jovenzuelas. Pero eso depende casi más del espíritu que de la edad, ¿no?», se pregunta. «Y, si no, para eso está su padre que es más joven que yo», se responde. Y, aunque prefiere vivir el día a día, hay veces en que sus hijas le hacen plantearse el futuro. «Mi hija la mayor me dice que cuando ella sea mamá me dejará a sus hijos para que se los cuide. Y yo le digo que ya estaré en el geriátrico».

La postergación de la maternidad alcanza cada vez cotas inverosímiles. Solo hay que mirar el incremento de mujeres que se convierten en madres cumplidos los cincuenta años. Son el triple que hace ocho años, pasando de 84 mujeres en 2005 a 241 en 2013. «El impacto estadístico sobre el total de nacimientos (425.390) será escaso, pero el impacto personal es fortísimo», señala el demógrafo Julio Pérez, quien advierte de que este fenómeno sociológico tan interesante «seguirá aumentando mientras continúe el retraso de la maternidad y la ciencia permita que crezca la capacidad de tener hijos».

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2175236/0/madres/a-los-cuarenta/aumento-ine/#xtor=AD-15&xts=467263

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