El año 2017 no ha sido favorable a la investigación científica «oficial». Los estados más poderosos del mundo descubrieron hace ya cuatro décadas que siempre se puede pagar al «privado» por generar el conocimiento que necesita «lo público». Ahora los políticos y gobernantes han descubierto también que pueden basar sus discursos en mentiras demostrables y no pasa nada. Si los científicos se empeñan en mostrar otra cosa, se les corta el aire y ya está (Trump no sólo niega el cambio climático, sino que recorta los recursos para  las propias agencias medioambientales que lo investigan en su país).

Este clima se traduce, cuando las mentiras atañen a la Demografía, en el renacer de herramientas ideológicas y propagandísticas centradas en «la población» propias de la Europa de las dos guerras mundiales. Discursos confesionales, patrióticos, teístas, ultranacionalistas, familistas, xenófobos… todos coinciden en alarmarnos con la «decadencia», la «degeneración» y la crisis de valores que los datos demográficos evidencian indiscutiblemente. Prometen las fórmulas salvíficas de siempre, a condición de que aceptemos sin protestar sus idearios y pongamos nuestros comportamientos sociales, sexuales, conyugales, familiares, reproductivos, en manos del «interés común».

Por eso debo daros las gracias a todos los que usáis Apuntes de Demografía. Aquí intento proporcionar elementos básicos («apuntes») de la disciplina a aquellos estudiantes que cursen materias relacionadas, pero también elementos de cuestionamiento y crítica que permitan a cualquier interesado romper el creciente clamor de la posverdad y los vendedores de humo respecto a la situación actual de los temas poblacionales. Vuestro creciente interés en esos apuntes es la mejor recompensa.

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Me ayudáis a combatir la sensación de que todo el mundo, a todos los niveles, ha decidido finalmente tragarse todas las píldoras manidas y rancias sobre la supuesta crisis demográfica, la amenaza de la demografía para el Estado del Bienestar, las pensiones, la sanidad, o la unidad nacional, para las buenas costumbres, para la moral pública, para la gobernabilidad o para las potencialidades económicas, empresariales o laborales de un país. Y ello precisamente cuando más visible es el éxito colectivo en materia poblacional;  jamás la demografía fue más favorable a todas esas cosas que supuestamente pone en peligro, ¡qué gran paradoja!

Observo la evolución de ApdE en visitas y seguidores, y mi pesimismo desaparece gracias a todos vosotros. Así que os renuevo mi compromiso de seguir ofreciendo materiales y análisis para quienes sintáis interés por esta apasionante rama de la investigación social que es la demografía, y un espacio para quienes queráis también contribuir, cuestionar o enviar comentarios durante el 2018 que acabamos de estrenar. Que tengáis un buen año!

 

Julio Pérez