
Ante la eternamente anunciada crisis demográfica, el conservadurismo afirma ser el ejemplo a imitar, especialmente por su apoyo a «la familia». Y nadie ha conseguido personificar mejor la receta que Victor Orban, gobernante en Hungría desde 2010. Su Estado «amigable con la familia» es el modelo para Meloni, Le Pen , Abascal, Putin, Trump, Milei …, además de para los fundamentalistas religiosos de todo el mundo.
Se autoproclama modelo porque, dice, ha conseguido incrementar la fecundidad y la natalidad de los húngaros, poniendo freno a la pérdida de población, al envejecimiento demográfico, a la contaminación extranjera de la nación. Lo ha hecho identificando al feto como persona desde su concepción (la interrupción voluntaria del embarazo se convierte así en un asesinato, el sueño de cualquier fundamentalismo religioso y en contra de las leyes europeas). También anulando derechos reclamados por el feminismo y por las opciones sexuales «divergentes», dificultando el asilo y la inmigración, poniendo a la familia tradicional en el centro de los derechos sociales y las ayudas públicas, y excluyendo de tales derechos a los «divergentes». Todo ello faculta a Orbán para organizar y presidir cada dos años las Cumbres Mundiales sobre Demografía, donde debaten «expertos» dirigentes políticos, morales y religiosos del mismo espectro ideológico.
El problema es que la demografía no es sólo relato y propaganda, se basa en datos y estadísticas. Son opinables el feminismo, el aborto, las políticas migratorias, la familia «adecuada» o la moral conyugal y sexual más convenientes. Pero los resultados de las políticas demográficas de Orbán no son cuestión de opinión: son pura mentira, como evidencian las propias estadísticas oficiales húngaras
Población de Hungría desde 1970

En 2010, cuando Orbán llegó a la presidencia, la tasa de natalidad (9,0 ‰) era más baja que la de mortalidad (13,0 ‰). Este desbalance había empezado treinta años antes, y era una de las justificaciones de sus cambios legislativos en materia de familia, aborto, asilo, inmigración, opciones sexuales o discriminación frente a las prestaciones sociales. ¿Los resultados? Respecto a este componente básico de la evolución demográfica, ninguno. En 2023 la tasa de natalidad fue de 9,1‰, prácticamente idéntica, mientras la de mortalidad había subido a 13,4‰ , y esta situación, sostenida durante todo el mandato de Orbán, ha ido acompañada de una pérdida imparable de población, superior a -300.000 personas.
Tasas de mortalidad y natalidad en Hungría desde 1963
Claro que el crecimiento demográfico no sólo depende del saldo natural, también influye el saldo migratorio, pero la política de Orban ha vuelto irrelevante este factor. España también tiene menos nacimientos que muertes, pero crece mucho y tiene hoy la mayor población de toda su historia. Hungría pierde población porque también pone barreras a la «contaminación» racial y cultural inmigratoria, aunque eso suponga impedir incluso el asilo y los refugiados de guerras como la de Siria. Este racismo propio de la Hungria imperial decimonónicoa se ha intentado paliar atrayendo a inmigrantes húngaros étnicamente «puros», especialmente los que aún viven en Rumanía, que es donde se sitúa a la mayoría, con el frustrante resultado de que éstos prefieren permanecer allí o, en caso necesario, establecerse en otros países.
La pérdida de población en Hungría desmiente que el «Estado amigable con la familia» de los ultras de todo el mundo sea la fórmula para incrementar la fecundidad. Esto ya lo sabíamos los demógrafos por experiencias como la española tras cuarenta años de familismo franquista , o la de Rumanía y su natalismo feroz durante el régimen de Ceaucescu, o las de Hitler o Mussolini… Han fallado todas las variantes de esa fórmula durante más de cien años, desde los pagos por bebé instaurados por Ayuso, los planes de «dinamización demográfica» como el de Galicia con Feijó, la reciente presión estatal en China o las folclóricas medidas natalistas de Putin. Lo que si consiguieron todas estas políticas fue retrotraer las dinámicas sociales a tiempos autoritarios, criminalizando a los gays y lesbianas demasiado visibles, libres de movimientos inmigratorios contaminantes de la raza autóctona, con el feminismo convertido en enemigo del Estado.
¿Cómo es que nadie ha detectado aún la mentira demográfica húngara? Quizá resulta demasiado conveniente a las extremas derechas, a las ortodoxias religiosas, al «relato» antieuropeísta (del que Orbán es líder), a los nostálgicos del pasado esplendoroso de buenas y sanas costumbres familiares y sexuales, a la autoridad necesaria, amonolitismo nacional, religioso y moral frente a la diversidad y la democracia. Pese a lo cual estos sectores ultras nos adoctrinan, además, con sus «Cumbres demográficas mundiales» en las que no participa ni un sólo demógrafo. Un auténtico despropósito.
Lecturas recomendadas
Recuérdese que sobre la natalidad influyen no sólo la fecundidad, sino también factores como la edad a la maternidad o la estructura por edades. La nula efectividad de Hungría y sus políticas familiares para conseguir aumentar específicamente la fecundidad, la gran bandera de Orban, está inmejorablemente explicada en términos científicos en
- W. Lutz, T. Sobotka & K. Zeman (2024) Evaluating pronatalist policies with TFR brings misleading conclusions: examples from Hungary. In N-IUSSP Online news Magazine
Por otra parte, la degradación de los derechos ciudadanos y de la igualdad social provocada por las políticas familiares «ejemplares» de Hungría se analiza y detalla en
- Fodor, E. (2022). More Babies for the State: The “Carefare” Regime of Anti-Liberal Hungary. New Labor Forum, 31(1), 34–41. https://doi.org/10.1177/10957960211062460
Otros recursos relacionados en ApdD
- Página general sobre el natalismo
- La URSS y la madre heróica
- Mussolini y la demografía
- Natalismo en la España franquista
- Galicia natalista (sobre el «Plan de dinamización demográfica» de Feijó aprobado en 2012, un fiasco histórico)
Música en ApdD: CRAZY Freestylers On EVERY Corner in NYC, por Ari
