John Hajnal y el control social de la fecundidad


John Hajnal (1924-2008) nació en Alemania, hijo de una familia húngara judía, que tuvo que huir del régimen nazi. Se formó en Inglaterra como matemático y estadístico, y tras la II Guerra Mundial trabajó como demógrafo en Naciones Unidas en Nueva York y en la Office of Population Research, de la Universidad de Princeton. A pesar de que su trabajo es abundante y variado, en 1965 se convirtió en uno de los grandes nombres de la demografía histórica por un único artículo, todavía hoy referencia obligada en nuestra disciplina:

El artículo levantó un gran revuelo en su momento, porque proponía una hipótesis que permitía interpretar la evolución histórica diferenciada de la nupcialidad europea desde el siglo XVII y su importancia para explicar el descenso de la fecundidad que inicia la Transición Demográfica. La hipótesis proponía la existencia de un «modelo europeo de matrimonio», en realidad propio de la Europa Occidental. El límite geográfico de ese particular patrón lo situaba en una línea imaginaria que transcurría desde Leningrado hasta Trieste, línea que inmediatamente fue conocida como la  Línea de Hajnal.

Conviene recordar que las modernas fuentes de datos sobre población se inician en el siglo XIX, y que las técnicas propias de la demografía histórica aparecen a mediados del siglo XX. Así que difícilmente podía Hajnal aportar fundamentos abundantes a su propuesta. Su intuición se basaba en el escaso conocimiento acumulado en apenas dos décadas y en el marco teórico de la Office of Population Research y su megaproyecto sobre la transición de la fecundidad europea. El resultado era un artículo sencillo, cuya tesis principal acerca de la particularidad de la nupcialidad europea occidental puede resumirse fácilmente en dos puntos:

  • La edad a la que se contraía matrimonio era tardía en ambos sexos, pero especialmente entre los hombres, mucho más que en el resto del mundo
  • La soltería definitiva (quienes llegaban al final de la vida fecunda, hacia los 50 años, sin haberse casado) era muy alta, especialmente entre las mujeres.

El artículo provocó cierto escepticismo y puso en marcha  estudios muy diversos que, pese a las críticas iniciales, vinieron a corroborar las hipótesis de Hajnal. Urgía comprobarlas porque eran de un alto impacto en la comprensión de la historia demográfica, pero también económica y social, de Europa y del mundo.

Era conocido que Europa había sido la pionera en el descenso transicional de la fecundidad. Ahora se aclaraba que el cambio había tenido como punto de partida una forma nueva de equilibrar muertes y nacimientos a través del control social de la nupcialidad. La estrategia anterior, y la más extendida en todo el mundo hasta hace poco, había sido maximizar la natalidad mediante el inicio muy temprano de la nupcialidad, especialmente la femenina. Todavía en la mitad del siglo XX, a las mujeres de la mayor parte del mundo se las casaba muy pronto, sobre todo en Asia (en la India la edad media rondaba los siete años). Se compensaba así la altísima mortalidad ancestral entre los seres humanos, en un equilibrio muy precario, porque suponía mortandades extraordinarias ante cualquier crisis en la producción de alimentos.

Europa habría iniciado un control más estricto de la fecundidad, sin el apoyo de los métodos anticonceptivos que permitirían su control individual moderno. Y el método fue empezar a tener los hijos más tarde (no había elección individual todavía, se conseguía a través del control social y familiar de la edad a la que se casaba a las mujeres), y además apartar a una parte importante de la población de esa posibilidad, por la vía de no permitir su casamiento. La formación de nuevas unidades familiares aumentó en requisitos previos y se hizo más difícil que en los siglos anteriores. Hay quien atribuye incluso la proliferación monástica y conventual europea a esta estrategia de celibato extendido.

Como puede suponerse, la hipótesis de Hajnal tenían derivaciones muy diversas e importantes en términos históricos. No sólo explicaba la reducción de la fecundidad, también podía explicar el aumento de la riqueza europea porque los jóvenes europeos habrían podido dedicarse al trabajo más años antes de asumir las tareas de crianza. Esto a su vez habría favorecido la acumulación de capital que permitió finalmente la revolución industrial.

La demografía histórica asumió así un protagonismo sin precedentes, porque de un plumazo unía temas de importancia crucial como la historia de la familia, la historia económica, la comprensión de las crisis de mortalidad y sus efectos en la reproducción a través de los cambios en la nupcialidad. Se sabía ya que tras una gran epidemia o una guerra la dinámica poblacional respondía adelantando la edad de los matrimonios, probablemente en relación con los nichos económicos que habían dejado los fallecidos (por ejemplo al quedar vacías tierras cultivables). Ahora se disponía de un marco general para unificar todas esas perspectivas y trabajos.

De paso Hajnal nos permite rebatir un tópico muy extendido, el de que «en el pasado» la gente se casaba pronto, más joven que hoy. Esto es un espejismo provocado por el breve y extraordinario adelanto de la nupcialidad durante los años del baby-boom. Lo cierto es que esa época resultó la excepción, rompiendo una pauta anterior de varios siglos.

Encontrarás fácilmente exposiciones sobre las hipótesis de Hajnal, su comprobación y desarrollos posteriores. Para una presentación más amplia que la que aquí he hecho, a la vez que muy didáctica y de fácil lectura, te recomiendo los trabajos de Benito Cachinero, auténtico especialista, y uno en particular por ser breve y de fácil acceso:

Y un par de libros de interés general y fácil lectura


Música en ApdD: Soul Train: The Soul Train Line «Papa Was A Rolling Stone»

4 comentarios en “John Hajnal y el control social de la fecundidad”

  1. Leo este blog desde hace años y estoy muy sorprendido ya qué no hay ninguna mención ni artículo relacionado con el coronavirus. Es cierto que se carece aún de información definitiva, pero claramente va a tener un efecto demográfico.

    Es más, el efecto puede ir más alla de la reducción en la esperanza de vida, la natalidad se verá afectada, cambios en las causas de fallecimiento, etc

    Me gusta

    1. Hola Enrique. Tienes razón, y no es casual, sino una decisión muy meditada. En estos momentos todo el mundo habla de lo mismo, y apuntarme a la demanda masiva me daría más visibilidad y más visitas. Pero no me considero en posición de hacer aportaciones originales ni útiles, más allá de dar opiniones personales, y no quiero contribuir a la saturación, y sí a proporcionar material y a mantener interés por temas que no han desaparecido de repente por la epidemia, y que seguirán ahí cuando la pasemos. Pese a todo lo anterior, entiendo comentarios como el que envías, tus contribuciones me ayudan y las agradezco, y por supuesto me haré eco de cualquier otra consideración sobre este tema. Si quieres desarrollar más el segundo párrafo incluso estás invitado a escribir una entrada propia, con tu firma, para mí sería un regalo muy de agradecer. En cualquier caso recibe un abrazo y todos mis ánimos para superar esto.

      Me gusta

  2. Gracias, Julio por el post y por los enlaces que lo acompañan. Como lega en la materia, ignoraba las tesis de este autor y me resultan sumamente interesantes. Siempre me gustan tus Apuntes de Demografía pero aún más cuando tienen un tono tan divulgativo como el de hoy. Las lecturas que añades son asimismo de celebrar en unos días en que el confinamiento amplía el tiempo que dedicamos a leer. Solo una observación con respecto al último enlace, el de P. Muñoz 2001, y es que lleva a la obra anterior, la de F. Chacón de 1987. Espero que puedas corregirlo. Un cordial saludo.

    Me gusta

    1. Gracias a ti Concha, por tus palabras y por señalar el error en el link (ya lo he corregido). Contribuciones como la tuya son las que permiten mantener un sitio web en buenas condiciones. Saludos y ánimo con los tiempos difíciles que nos tocan.

      Me gusta

Deja un comentario