Reproduzco a continuación un buen artículo periodístico de Martín Caparrós, que tiene como tema el coeficiente de concentración ideado por Corrado Gini, el demógrafo y estadístico del fascismo italiano. Incluye una foto magnífica, con la plana mayor del ISTAT alrededor de una mesa presidida por el Duce, y Gini a su derecha (Mussolini le nombró primer director de la institución en 1926).
El amigo del Duce
Por MARTÍN CAPARRÓS, El País Semanal, 11 AGO 2015
La desigualdad se ha vuelto –ya era hora– un asunto de moda. A nadie le importaba mucho hace bastante poco, cuando todos tenían tanto; ahora que todos tienen menos y los que menos tienen tocan fondo, la desigualdad está en todas las bocas. Así que manadas de funcionarios, políticos, académicos y asimilados varios que jamás querrían la igualdad se preocupan porque la desigualdad es excesiva: no es buena para los negocios, te perjudica en alguna elección, queda fea, solivianta. Y esa preocupación ha puesto en el candelero una palabra: Gini –como en el coeficiente.
Parece nuevo, pero no: el coeficiente de Gini existe desde hace más de un siglo. El coeficiente de Gini mide la desigualdad de un país en una escala de cero a uno (aunque permite evaluar cualquier otra forma de distribución desigual). Su principio es simple: si toda la riqueza del mundo estuviera en manos de una sola persona, el mundo tendría un coeficiente igual a 1; si toda la riqueza del mundo estuviera repartida en partes iguales, el coeficiente daría 0. La realidad está, tímida, oportunista, en algún sitio entre uno y otro. Pero, en síntesis: cuanto más alto es el coeficiente, más alto el nivel de concentración de la riqueza –de injusticia económica– de una sociedad. Y eso permite muchas medidas, mucho juego y, como habla de desigualdad, suena bien progre.
Usamos nombres que dejan de ser nombres. Decimos gilette o dieselo mcdonald sin pensar en que hubo hombres que pusieron sus nombres a esas cosas. Gini, modestamente, es uno de ellos. Corrado Gini nació en el Véneto en 1884, hijo de campesinos ricos, pequeño genio que entró muy joven a la Universidad de Bolonia, estudió derecho y matemáticas y se licenció, a sus 20, con una tesis sobre El sexo desde un punto de vista estadístico. Después enseñó derecho constitucional, biometría, demografía, economía política, sociología y estadística. Gini era un hombre bajito e irritable, seguro de su valor y preocupado porque todos lo notaran, superior implacable, inferior obsequioso, que no había cumplido 30 años cuando hizo su gran aporte: el coeficiente que salvaría su nombre. Corría 1912; pronto vendría la primera guerra –de la que lograría escabullirse– y un matrimonio pasablemente desdichado y, ya en los veinte, el renacimiento: un tal Benito Mussolini le devolvió las esperanzas en la grandeza de su patria.
En 1926, el Duce en persona le encargó la dirección del Instituto Nacional de Estadística. Gini aceptó, emocionado por su encuentro con el gran hombre, y en su discurso inaugural habló de otra de sus preocupaciones: la hegemonía de la raza blanca que, dijo, estaba amenazada. “Después del maravilloso desarrollo del siglo pasado, ahora estamos en un momento estacionario”. Había que fomentar el nacimiento de los bebés adecuados: blancos, sanos, legales, muy cristianos. La disciplina se llamaba eugenesia, y nazis y fascistas la abrazaron con ansia; Gini fue su líder en Italia.
Durante los años triunfantes del fascismo Gini siguió siendo un estudioso serio y aplicado que formaba parte de la élite cultural del régimen: participaba en actos, firmaba manifiestos, dirigía revistas, acomodaba amigos, asesoraba al Duce. Su caída no lo afectó más de lo necesario: fue juzgado pero al fin conservó su cátedra en la Universidad de Roma. Para limpiar su nombre se unió al Partido Unionista, que proponía anexar Italia a Estados Unidos. Y, ahora, por esas raras vueltas de la historia, su nombre y su concepto denuncian las injusticias más tajantes.
¿Qué hacer con las vidas horribles de los que hacen cosas necesarias? O, incluso: ¿qué hacer con las cosas necesarias de los que viven vidas horribles? Lo discuten, en su mesa del paraíso paradójico, Céline, Pound, Keynes, Einstein. A veces, incluso, si se aburren, invitan a un muchacho Jesucristo.
por Martín Caparrós
Para ampliar el tema:
- Jean-Guy Prévost (2015), La lunga grande guerra degli statistici italiani, Lettera Matematica Pristem 92.
- Jean-Guy Prévost (2015), Corrado Gini and the course of Italina history, comunicación en la SIS2015 Statistical Conference > Statistics and Demography: the Legacy of Corrado Gini
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Jean-Guy Prévost (2009), A Total Science: Statistics in Liberal and Fascist Italy, McGill-Queen’s University Press.
Cronología sobre Gini en Openclio:
Este es un grafo de relaciones basado en los registros cronológicos contenidos en Openclio.org. Accediendo al «Visor» puedes reproducirlo y ampliarlo (ahora ves relaciones de segundo nivel, pero puedes obtener grafos de n niveles), y representar los mismos registros en una timeline. Si te interesa crear tus propias cronologías, puedes registrarte («Login») y en pocas horas te responderemos con el alta para crear tus propios registros y vínculos entre registros. Openclio es actualmente la semilla de un laboratorio de ideas sobre cómo hacer Historia y representarla. Intentamos desarrollarlo y aceptaremos colaboraciones de todo tipo, especialmente de desarrolladores en Javascript.
Excelente nota. Es una cuestión muy interesante de discutir, o al menos presentar puntos de vista y …..obviamente no llegar a ninguna conclusión que los abarque a todos.
Productos malos de gente buena tienen la misma mirada que los productos buenos de gente mala?????
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Es interesante. Pero quizás nunca mejor que en este caso, el apellido se despojó del hombre mundano y odioso que creó la herramienta que lleva su nombre. Hasta hoy no sabía ni me había importado quién era Gini. Después de saberlo reafirmo que él, particularmente, importa poco. Saludos!
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