Easterlin y las diferencias generacionales


Richard Easterlin

Richard Easterlin es un economista estadounidense, estudioso de los ciclos económicos. Durante años despertó gran interés porque sus propuestas parecían explicar, por fin, el baby boom.  Pero la moda pasó, él siguió trabajando en temas distintos, y hoy  es principalmente conocido por su economía de la felicidad. Sin embargo su introducción de las relaciones intergeneracionales para explicar las variaciones de la fecundidad es una aportación que los demógrafos deberíamos recordar y aprovechar.

Y es, también, un claro antecedente de la teoría de la Revolución Reproductiva. Easterlin es de los primeros en ir más allá de la demografía clásica, estancada en explicaciones infructuosas del cambio demográfico a partir de indicadores transversales (véanse la Teoría de la Transición Demográfica, el Proyecto de Princeton, y la diferencia entre las ópticas transversal y longitudinal de los datos por edad)

El baby boom se había convertido en una enorme refutación de la Teoría de la Transición Demográfica (que asociaba inversamente los niveles de fecundidad y los de desarrollo); en tiempos de rápido desarrollo y crecimiento económico, la fecundidad podía no sólo no mostrar el correspondiente descenso, sino incluso aumentar.

(¿tienes clara la diferencia entre fecundidad y fertilidad?)

Easterlin, que entronca con una larga tradición de análisis de los ciclos económicos «largos» de prosperidad y depresión (Kondratiev, Shumpeter…), investigaba su relación con series temporales de indicadores muy variados, como paro, salarios, horas de trabajo semanales, inmigración, producto interior, hogares no agrarios… y fecundidad. Y concluyó que los cambios de la fecundidad tienen que tener una causa económica, porque sus ciclos son similares en frecuencia y regularidad. Su primera hipótesis era que las condiciones económicas influyen en las aspiraciones y preferencias en cuanto a la descendencia.

En esto se aleja de la Escuela de Chicago y la Nueva Economía de la Familia, más o menos contemporánea y cuyo exponente más conocido es Gary Becker. Uno de los supuestos básicos de Becker es que las preferencias de los individuos permanecen constantes en el tiempo. Easterlin, por el contrario, enlaza con corrientes de análisis que enfatizan el papel del estatus social y la educación en las preferencias, y especialmente la influencia de los ciclos de crecimiento económico en la demanda agregada y las series demográficas (especialmente los trabajos de Kuznets).

En 1966 hace explícitas estas diferencias mediante un modelo en el que las tasas específicas de fecundidad femenina están directamente relacionadas con un indicador de cosecha propia, la “renta relativa intergeneracional”, que relaciona la renta de las parejas jóvenes con la que habían tenido en su adolescencia en su hogar de origen.

Sólo con esta introducción de las relaciones intergeneracionales como determinante de las preferencias en los descendientes ya sería suficiente para ver en Easterlin un antecedente importante de la Teoría de la Revolución Reproductiva. Pero en su esfuerzo por relacionar estadísticamente el nivel de ingresos de una generación con el de su predecesora, Easterlin va a parar de lleno a las relaciones cuantitativas entre el tamaño de las respectivas cohortes, es decir, a la demografía pura y dura. A partir de 1976 empieza a hablar abiertamente de dicho factor cuando afirma que la estructura por edades de la población masculina en edad laboral es un determinante fuerte de la renta relativa intergeneracional, la que viene postulando a su vez durante la década anterior como determinante de la fecundidad.

En Birth and Fortune (1980) la formulación teórica es ya definitiva, y aún será más explícita en The Fertility Revolution (1985, junto a E.M. Crimmings). Puedes encontrar una síntesis a partir de la página 29 en este libro:

Tras despertar grandes expectativas, refrendadas porque la teoría funcionaba bien para el baby-boom estadounidense, en los años noventa investigadores de muchos otros países intentaron aplicar el mismo marco teórico.  En España es destacable la siguiente tesis doctoral, que además hace un excelente estado de la cuestión:

Muchos descubrieron que el marco easterliniano no funciona igual de bien en sus países y, pese a diversos intentos de reformulación y adaptación, su popularidad decayó rápidamente tras esa década. Las explicaciones son muy diversas, desde la excesiva focalización de Easterlin en las condiciones del medio familiar a la hora de modelar las futuras preferencias económicas de los jóvenes, hasta la elección del ingreso total de los hogares como indicador (en vez del ingreso per cápita). Una de las más contundentes es que calcule su indicador de «ingresos relativos» (de las nuevas parejas respecto a sus antecesores) únicamente a partir del salario masculino y sin tener en cuenta la creciente actividad laboral femenina.

El furor easterliniano y las revisiones críticas posteriores se encuentran muy bien resumidas en estos dos trabajos:

Así que no me extenderé más sobre una obra que removió los cimientos de las explicaciones clásicas del cambio de la fecundidad.

Sólo añado que ni sus críticos ni él mismo han dejado de moverse en  el estricto marco conceptual de la economía, y raramente han relacionado los cambios intergeneracionales de la fecundidad con el otro componente de la reproducción, la mortalidad. En demografía esa intrínseca vinculación es clara a nivel teórico en cualquier manual de análisis, porque ambos, fecundidad y mortalidad, no son más que factores abstractos ideales resultantes de analizar o descomponer el fenómeno real y nuclear, la reproducción (por mucho que el proyecto de Princeton fracasara en encontrar su relación empírica).

Esta ignorancia mutua ha sido muy perjudicial para la comprensión de la modernización demográfica. Hubiese bastado introducir el retardo generacional para que los propios demógrafos hiciesen un uso mucho más provechoso del esfuerzo de economistas como R. Easterlin o Gary Becker, en vez de seguir empeñados en el análisis de correlaciones entre variables transversales medidas en el mismo momento. Eso es lo que persigue la Teoría de la Revolución Reproductiva, y por eso Richard Easterlin es para nosotros un claro antecedente, que merece este pequeño homenaje en ApdD.

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Otros textos de Easterlin, antecedentes de su teoría de los ciclos:

  • Easterlin, R.A. (1961) «The American Baby Boom In Historical Perspective». American Economic Review 51 (5): 869-911.
  • Easterlin, R.A. (1968) Population, Labor Force, and Long Swings in Economic Growth: The American Experience. New York, Columbia University Press.
  • Easterlin, R.A. (1966) On the relation of economic factors to recent and projected fertility changes”, en Demography 3 (1) 131-135

 

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