Con el relax veraniego casi se me pasaba ofreceros una nueva publicación escrita con mis compañeros del CSIC, esta vez en la revista del INE del último cuatrimestre del 2016:
- Pérez Díaz, J.; Pujol Rodríguez, R.; Ramiro Fariñas, D., Abellán García, A. (2016), «Mortalidad y duración potencial de las uniones«. Estadística Española 58 (191): 301-312.
En ella nos planteamos un sencillo ejercicio de simulación, construyendo las tablas de vida, no de las personas, sino de las parejas, si la única causa de disolución fuese la muerte de uno o la de ambos cónyuges. Igual que con las tablas de mortalidad de las personas, se trata de emular una cohorte, esta vez no de nacimientos, sino de uniones «seguidas» desde que se forman (aunque el punto de partida sean las tablas de mortalidad de hombres y de mujeres por separado), y de ciertos supuestos sobre la edad respectiva a la que se unen en pareja. Es una emulación, claro está, porque los datos por edad no corresponden a una generación real, sino a las distintas edades coexistentes en cada momento histórico analizado.
Se trata, pues, de un ejercicio de «ficción»; por supuesto las cohortes de uniones reales no van desapareciendo, a medida que cumplen años, en función de las diferentes mortalidades por edad de un año histórico particular, sino a las cambiantes condiciones de mortalidad a lo largo del tiempo de vida de sus miembros, sin contar con que la muerte no es la única causa que puede disolver las uniones.
¿Por qué analizar, entonces, una ficción como esta? Nuestra motivación era constatar y cuantificar, a partir de un modelo, lo mucho que los cambios en la mortalidad pueden modificar las condiciones en que se mueven no sólo las edades que los experimentan, sino todo el transcurso de vida posterior. Con demasiada frecuencia caemos en la errónea impresión de que los grandes avances de la mortalidad registrados en el pasado ya no afectan a las dinámicas y estructuras demográficas actuales, que más bien tienen que ver con cambios culturales, de valores, actitudinales.
Nuestra simulación evidencia que los cambios experimentados por la mortalidad durante el siglo pasado son motivos suficiente, y muy poderoso, para los espectaculares cambios históricos actuales en la duración posible de las uniones, pero tienen también otras consecuencias de gran calado sobre las formas de convivencia y de familia actuales, especialmente sobre la viudedad, provocan una profunda reestructuración de los hogares y contribuyen de forma esencial un escenario futuro y fácilmente previsible de cambios sustanciales en los roles de género y edad, cosas todas ellas en las que la mortalidad suele omitirse como factor determinante.
Estaremos encantados si os interesa el tema, y más aún si queréis enviarnos vuestras críticas o comentarios.