El gran reemplazo


 

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Las ideas sobre población también matan. El último ejemplo, 22 muertos en un tiroteo en Bufalo.

La política internacional, controlada por poderes ocultos, grandes fortunas y lobbies como el feminista o el LGTBI, más las conspiraciones del judaísmo mundial y del internacionalismo de Naciones Unidas, trabajan en las sombras para que Occidente se vea invadido por razas foráneas. Fomentan el multiculturalismo y la disolución de la identidad europea, y favorecen el genocidio blanco mediante la anticoncepción, el aborto y la corrupción de la familia, desplomando su fecundidad. Ya casi han conseguido su objetivo final: sustituir a la raza blanca, incluso en el ámbito europeo originario, reemplazándola por judíos, musulmanes, asiáticos, africanos… Es El Gran Reemplazo, que nadie intenta impedir. La demografía amenaza al mundo, y los Estados tienen que actuar para impedirlo.

Soy demógrafo hace treinta años, y todo lo anterior, os lo puedo asegurar, es un cúmulo de estupideces, para qué darle más vueltas. Sin embargo la idea está extendiéndose rápidamente, amplificada por todo tipo oportunistas políticos y mediáticos, cazadores de un electorado «de las grandes causas». Es como si a personas normales les hubiesen entrado ganas de creer en cuentos insostenibles, enemigos imaginarios y heroicidades quijotescas para sentirse importantes.

Los medios de comunicación atribuyen a Renaud Camus haber desencadenado esta oleada con su libro Le Grand Remplacement (2011). Pero lo cierto es que este conjunto de ideas no tiene nada de nuevo. Podríamos retrotraernos al neonazi austriaco Gerd Honsik en su libro Kalergi Plan de 2005 (el título atribuye un plan secreto de genocidio blanco a Kalergi, un político liberal austríaco que promovió la Unión Europea tras la segunda guerra mundial y criticó el ultranacionalismo de los países implicados). Y aún podemos ir más atrás, hasta los padres del nativismo y el teutonismo estadounidense a mediados del S.XIX, o las aristocracias reaccionarias europeas, clasistas y racistas, que defendían sus privilegios frente a los liberalismos del mismo siglo.

No se trata de simples ideas. Quienes las abrazan se ven movidos a actuar, apoyando políticas e ideologías autoritarias y ultranacionalistas, rechazando al «otro», la diversidad o la coexistencia de los diferentes. Llegados al extremo, también a tomar las armas y a hacer su contribución personal asesinando a «los otros», como Payton S. Gendron en Búfalo:

Gendron, en esencia, justificó su ataque en la teoría supremacista del «reemplazo» : la idea -agitada por la extrema derecha estadounidense- de que la presencia creciente de minorías raciales e inmigrantes busca «acabar de forma racial y cultural» con los blancos de origen europeo. Gendron habló de «genocidio blanco», desgranó la diferencia en los índices de natalidad entre minorías raciales y la población blanca y cómo, en su relato racista, los demócratas lo promueven para ganar elecciones  (ABC, 15/05/2022) .

El papel central que la demografía juega en todo esto es la razón de esta entrada de ApdD. Como acabas de leer, los índices de natalidad ocupan un lugar nuclear en este pastiche ideológico. Lo mismo pudo comprobarse en el ataque de Brendon Tarrant contra los fieles en  una mezquita de Nueva Zelanda. Había publicado en redes, horas antes, un manifiesto titulado «La gran sustitución: hacia una nueva sociedad», tal como nos explican en 

Te recomiendo también este artículo de El Confidencial que nos explica

Tarrant muestra estar obsesionado con el declive de las tasas de natalidad de los países occidentales frente al elevado número de hijos por mujer de otras culturas. Cita también la crisis migratoria de Europa como elemento disruptor, algo que llama «genocidio blanco». Y carga contra el individualismo hedonista y nihilista, que considera uno de los culpables de este declive de Occidente.

La decadencia de Occidente es un libro de Oswald Spengler de 1918, todavía hoy libro de cabecera de todo neonazi que se precie, y para muchas personas menos radicales, que ni siquiera lo conocen, fuente de estereotipos muy arraigados)

En efecto, esta gente justifica sus paranoias en la «ciencia demográfica», y los demógrafos no deberíamos estar callados. Estas ideas ya pretendieron tener nuestra cobertura «científica» en el siglo XIX, y desembocaron en múltiples ejemplos de barbarie y genocidio (ver aquí Políticas de población). Pero más allá de sus consecuencias pasadas, ocurre que el avance científico desde entonces les ha dejado con las verguenzas al aire también en lo que respecta a sus argumentos. Sus fundamentos son falsos, demostrablemente falsos, científicamente falsos.

Para que pueda considerarse «población», tal como la entiende la demografía (ver aquí el concepto de población en demografía),  el «nosotros»  debe tener existencia real en el sentido de configurar un sistema reproductivo. No basta una categoría clasificatoria cualquiera, como la que proporciona la estatura, el nivel de estudios, la calidad del sueño o el color de la piel, para entender que hablamos de poblaciones. El «nosotros» tras las teorías del reemplazo es un invento conveniente porque cada cual puede definirlo como le guste.

Quien habla en nombre de la raza blanca no pide opinión al resto de  blancos. Si la inmensa mayoría no nos vemos identificados, nos tachará de blancos traidores y ya está. Pero el principal problema para el argumento racial son los expertos en genética poblacional, porque desmienten que las diferencias fenotípicas (los rasgos faciales, el color de la piel, etc.) puedan fundamentar una clasificación por razas. Con la genética actual lo que queda claro es que las razas humanas son un invento decimonónico, no existen, sólo hay una raza humana, y es la que encontramos en cualquier población de este planeta.

Pero, mucho antes de la decodificación del genoma humano y de las actuales herramientas de la biología molecular, ya era evidente el cúmulo de voladuras en que se fundamentan afirmaciones como que existe una raza caucásica (aunque no lo creas, tiene que ver con Dios, el Diluvio Universal y dónde encalló después el Arca de Noé, puedes comprobarlo en ¿Eres de raza caucásica?).

Si no hay fundamento científico para la identidad basada en la raza, siempre puede recurrirse a la identidad étnica, cultural, de valores, religiosa. Y de nuevo quienes creen en el gran reemplazo se permiten clasificarnos a todos sin preguntarnos. Se les cae el invento si los demás no estamos dispuestos a formar parte de su nación imaginaria, o de su pretendida cultura, religión o civilización. Como si fuesen su propiedad, no la de todos. 

–Aplicando una terminología más filosófica, la gran  sustitución utiliza la «reificación» de las categorías clasificatorias, un vicio muy frecuente en el pensamiento político europeo: convertir en «cosas» («res» en latín) lo que no son más que conceptos. Se identifican así como grupos reales, «colectivos», comunidades de interés y de acción, categorías arbitrarias resultantes de un determinado sistema clasificatorio (aquí las «razas» son un ejemplo notable, que se volvió conceptualmente inmanejable en las colonias, como ilustro en El retrato de castas). El problema suele producirse cuando la imposición acaba convirtiendo en reales las categorías, como ocurrió con el sistema clasificatorio de los censos británicos coloniales en la India, solidificado en el sistema de castas, o con el genocidio nazi selectivo de determinadas categorías del censo de población. La ultraderecha de todo el mundo se ha propuesto seriamente imponer como real la categoría «invasores migratorios genocidas de la raza blanca», y llevamos camino de que la idea cale extensamente–

Más pistas:

Teoría de la conspiración del genocidio blanco en Wikipedia

Un par de ejemplos de quienes utilizan y propagan esta sandez:


Músia en ApdD: Good Friends – Brother to Brother (Recording Session)

 

 

4 comentarios en “El gran reemplazo”

    1. Hola Joan, creo que te has dejado llevar por la mala costumbre del navegante web: no leer más que la primera línea. No pasa nada, pero te ha hecho meter la pata, ya está. Si te tomas dos o tres minutos para ir más allá, ya me contarás qué te parece de verdad en otro comentario. Un cordial saludo y gracias por entrar en ApdD

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