Galicia natalista


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Galicia es famosa por su emigración; la segunda ciudad con más gallegos no está en España, sino en Argentina. Con una población residente que roza los 2,8 millones, en el extranjero residían 445.812 gallegos el 1/1/2011, y unos cuantos más en el resto de España. Pero el gobierno gallego ha decidido que su problema poblacional es la baja natalidad y el envejecimiento poblacional, y ha aprobado a trámite un «Plan de Dinamización Demográfica». Galicia se vuelve oficialmente natalista.

Este es el texto remitido al parlamento gallego (Boletín Oficial do Parlamento de Galicia, núm. 695, 16 de maio de 2012), para presentar propuestas y debatirlas antes de la aprobación definitiva.

El índice del plan incluye 1) Una presentación de Beatriz Mato, la Conselleira de Traballo e Benestar, impulsora de esta iniciativa, 2) Introducción 3) Necesidad del Plan 4) El propio Plan (principios rectores, estructura, objetivos y áreas de intervención, actuaciones) 5) Itinerario temporal y 6) Sistema de seguimiento y validación (más dos anexos finales de referencias administrativas, normativas y documentales).

Este es un esquema muy simplificado de actuaciones, según el excelente montaje gráfico de farodevigo.es (14/05/2012):

Faro de Vigo

Un esquema enumerado con mayor grado de detalle puede verse en La Voz de Galicia.es (05/05/2012)

El documento es importante para los demógrafos y las políticas de población (es la primera ley española de fomento de la natalidad desde la transición a la democracia). Pero me ha costado decidirme a comentarlo; tengo colegas y amigos entre los expertos consultados, y doy por descontado que su asesoría fue rigurosa y científica.

Pero su lectura íntegra me ha convencido de que la asesoría científica apenas ha jugado ningún papel en la decisión de poner en marcha este plan (y sospecho que tampoco en el desarrollo de su redactado, ni en el despliegue de «ingeniería social» con que se quiere traducir sus objetivos en medidas concretas).  En definitiva, una vez más, los científicos son utilizados por los políticos para decir lo que ya tenían pensado desde el principio ¿Por qué afirmo esto?

Los aspectos conceptuales del proyecto:

  • Tanto la presentación como la introducción y la justificación de la «necesidad del plan» están redactados desde un discurso ideológico preexistente a cualquier consulta a expertos. Quienes hoy gobiernan Galicia tienen una manera de entender la familia, la procreación, la patria y la relación entre población y bienestar que son las que se plasman aquí. Es legítimo, pero no es científico.
  • Aunque se alude constantemente a los «expertos», y se adjunta un anexo con referencias normativas y documentales, no hay ni una sola cita a tales expertos, ni una referencia a texto científico alguno. Nada.
  • Se usan de forma coloquial y técnicamente errónea, conceptos como la «fecundidad de reemplazo«, «renovación demográfica», «demanda social»,  «problema demográfico», «reemplazo de las generaciones».
  • No hay signos de comprensión alguna sobre lo que es el cambio y la modernización demográfica, sus causas, y aún menos sobre los motivos por los que dicho cambio conduce inexorablemente a la baja fecundidad actual y a las pirámides con mayor presencia de las edades avanzadas. Peor aún, ese cambio, que es probablemente uno de los más felices conseguidos por la humanidad, se califica como negativo, algo a combatir.
  • El envejecimiento demográfico es consecuentemente visto como un motivo de alarmas y un problema a resolver. Nunca se distingue entre el envejecimiento demográfico por emigración de los jóvenes y el envejecimiento demográfico que resulta de la modernización poblacional. Tienen causas y consecuencias radicalmente diferentes, y los gallegos de esto saben realmente mucho. Pero el envejecimiento causado por la emigración masiva de los jóvenes es síntoma de decadencia económica, falta de oportunidades laborales, estancamientos social, problemas reales que no se combaten con natalismos, sino ofreciendo oportunidades laborales a los jóvenes.
  • La falta de rigor científico es ya notable en el uso reiterado del concepto «invierno demográfico«, tendencioso y demostradamente ideológico, acuñado por la derecha ultranacionalista, familista, antiabortista y religiosa, pero en absoluto asumido por la comunidad científica. Un gobierno no debería justificar leyes en tales ocurrencias pseudocientíficas.
  • Se insiste una y otra vez en identificar como un mismo objetivo el aumento de la natalidad y la mejora de la calidad de vida de los niños y niñas gallegos. Analíticamente esta es una confusión grave; la calidad de vida infantil es un objetivo en sí mismo. Al hablar de reproducción y salud, ése debería ser El Objetivo, incluso si implica una menor fecundidad (eso lo saben muy bien las mujeres gallegas y las de todo el mundo, pero a los Estados a veces les cuesta entenderlo).

Los aspectos técnicos:

Todo lo anterior hace sospechar que la asesoría científica ha tenido poco papel en los motivos y el redactado final. Pero además de esos vulgarismos y tópicos poco científicos en el redactado, tampoco parece muy fundamentada la parte más «práctica», los métodos por los que se van a perseguir los objetivos, se concuerde o no con ellos. El natalismo es muy antiguo. Leyes transversales y planes generales como éste tienen importantísimos antecedentes internacionales, desde el Código de Familia aprobado en Francia tras la Segunda Guerra Mundial hasta las políticas socialdemócratas nórdicas de los años treinta, por no hablar del propio natalismo español de posguerra, con planes tan imaginativos como el Plus Familiar. Los resultados de estas experiencias han sido analizadas extensamente a posteriori: ciertas medidas de apoyo directo a las parejas en Suecia animaron a adelantar calendarios nupciales o de procreación, pero no a tener un mayor número de hijos; el apoyo al tercer hijo en Francia se tradujo en discriminación socioeconómica para los jóvenes con menos recursos y sin ningún hijo aún; el Plus Familiar franquista, en fin, nada consiguió en la natalidad de los veinte años posteriores a la guerra civil, aunque ahondó, eso sí, en la desigualdad familiar y laboral entre hombres y mujeres. Nada de toda esta experiencia acumulada parece haber sido considerada aquí, ni los propios análisis comparativos y sistemáticos que la Unión Europea promovió y publicó en los años noventa acerca de los distintos tipos de políticas familiares y sus efectos demográficos.

Los aspectos materiales:

El natalismo se ha mostrado inoperante, ideológico y propagandístico con tanta reiteración, que existen serias dudas sobre si alguna vez hubo alguno realmente eficaz (no lo fueron ni siquiera los más impositivos y autoritarios, como el de la Rumanía comunista de Ceaucescu, que sólo tuvo impacto real durante un par de años inmediatamente posteriores a su implantación). Lo que sí sabemos ya es que, si no recurre a las medidas meramente policiales o autoritarias (medidas como prohibir el aborto y la anticoncepción, castigar a los solteros, autorizar al «pater» para concertar el matrimonio precoz de las niñas y, en general, someter a la mujer), las alternativas son escasas y muy caras.

Una, la «universalista», consiste en generar un marco favorable, a todos los niveles, para que los jóvenes que así lo deseen formen pareja y tengan hijos. Es la vía socialdemócrata nórdica más típica, asociada a un estado del bienestar que concede derechos por la simple ciudadanía y que sólo resulta posible con impuestos elevados y políticas públicas muy igualitarias para la vida laboral y familiar independientemente del sexo. Este método ni siquiera tiene un objetivo natalista; la mayor fecundidad nórdica actual es sólo un subproducto lógico de su objetivo fundamental, que es la igualdad de derechos, incluso entre quienes tienen y quienes no tienen hijos (ante las administraciones, ante la justicia, ante el empleador…). Pero no hace falta decir que este no es el modelo adoptado por la consejería gallega en este plan de dinamización.

Más barato, y demostradamente menos eficaz, es concentrar el esfuerzo únicamente en quienes tienen hijos. Y para ello hay también dos vías distintas y no excluyentes: dedicar recursos directamente a «premiar» a quienes tienen hijos, cuantos más mejor, en metálico o en servicios (pagando o subvencionando cosas como la vivienda, los suministros domésticos, los alimentos, la atención preescolar) o hacerlo de manera indirecta, no cobrándoles o cobrándoles menos que al resto por ciertos servicios (por la vía de la discriminación positiva» en materia fiscal, «carnets familiares» en servicios como el transporte público, etc.). Una mezcla de estas dos vías es la que parece haberse adoptado aquí.

Las medidas propuestas y su «eficiencia» natalista

La renuncia a una política «universalista» es clara: es la postura del propio Partido Popular desde su creación, siempre posicionado contra la socialdemocracia y sus políticas caras, indiscriminadas y «antifamiliares». El Plan, por tanto, consiste en una mezcla de ayudas directas y de tratamientos privilegiados en algunos impuestos y servicios, y siempre se trata de beneficios para quienes tienen hijos. La experiencia de otros países, especialmente la francesa con un natalismo de Estado de más de ocho décadas, nos dice que estas políticas discriminan a quienes todavía no tienen los medios ni la situación relacional, conyugal o laboral que les permita empezar a tenerlos. Se premia a quienes más tienen, y se discrimina, sobre todo, a los más jóvenes. Pero esto es técnicamente erróneo, porque la baja fecundidad actual se explica en una grandísima medida por la infecundidad creciente. En términos prácticos, sería mucho más eficiente invertir en que se tenga el primer hijo que gastar en quienes ya los tienen.

Otras medidas de este plan son mera cosmética, sin vinculación alguna con la supuesta dinamización demográfica. Crear casas nido rurales, dar atención médica especializada a los niños con problemas de salud, ayudar a tener  vivienda o transporte son cosas que cualquier gobierno debe pretender, sea cual sea el número de nacimientos o la pirámide de edades ¿Una Galicia jóven y con población creciente no proporcionaría asistencia pediátrica a su infancia?

Y he dejado para el final la medida que se anuncia como primera, y también la que se implementará en primer lugar en el calendario para desarrollar el plan: la «sensibilización social del problema demográfico».

El adoctrinamiento ideológico financiado con dinero público en tiempos de crisis

¿Por qué es necesaria esta «sensibilización social»? Pues porque el gobierno gallego ha tenido cierto tropiezo antes siquiera de empezar a elaborar este Plan. Lo usual cuando se emprenden medidas legislativas como ésta es que se recurra a una encuesta previa que demuestre la «demanda» social existente. Cuando se trata de medidas «demográficas» (natalistas) el argumento más socorrido es que las personas encuestadas desean tener un tamaño de descendencia muy superior al existente, y de ahí se llega a la conclusión de que el Estado debe hacer algo al respecto.

Pero en este caso la ideología y los tópicos han jugado una mala pasada a los promotores. Su aproximación ha sido en esta ocasión la de una encuesta en torno al supuesto «problema demográfico» de Galicia, concepto en el que se mezclan muy diversos lugares comunes y prejuicios ideológicos acerca de la familia, la nación, la relevancia del número y las obligaciones «procreadoras» ante el Estado y la comunidad. Se realizaron 1.200 entrevistas a personas con edades de entre los 15 y los 65 años, y los resultados han sido innegables y abrumadores: los gallegos «no perciben el problema demográfico». Por ejemplo, en una de las preguntas, de cinco posibles problemas (empleo, cambio climático, situación democrática, emigración y pocos nacimientos), el demográfico quedó en último lugar con una notable diferencia. También quedó claro que los gallegos entienden la natalidad como una decisión individual, sin las repercusiones colectivas que la Xunta se empeña en ver. Preguntados sobre los factores que impulsan a tener hijos, casi el 60 por ciento puso en primer lugar los objetivo personales (seguido por la estabilidad económica, que se quedó en un 23 por ciento).

En este caso no ha podido ser; la encuesta dice que la sociedad no reclama este plan de «dinamización», y ni siquiera considera que exista un problema demográfico. No importa. Es una lástima que se vaya a notar tanto que La Xunta no toma esta iniciativa porque se lo demande la sociedad gallega, sino porque se lo pide su propia ideología. Pero el remedio es evidente: si los gallegos no saben lo que les conviene y viven ignorantes de la realidad, su Gobierno lo sabe por ellos y no sólo va a actuar contra el problema que ellos no ven, sino que el primer punto de su actuación va a ser convencerles de que ese problema existe.

Reflexiones finales

Dice mi amigo John MacInnes que el familismo y el natalismo no hacen daño si, por lo menos, se traducen en medidas de apoyo al bienestar de las personas, y no en hacerles la vida más difícil. Pero John es escocés. El familismo español y el del PP, triunfante en los últimos años (no sólo electoralmente; recuérdese el reciente congreso mundial de familias en Madrid o la visita del Papa el verano pasado) están empeñados en reducir los derechos de quienes no encajan en sus modelos y, para ello, mantienen una campaña constante de «concienciación» en la que, me temo, acabará agotándose este Plan de la Xunta. En otras palabras, sospecho que, al final, todo el plan se va a quedar únicamente en propaganda, esa primera parte en el calendario de medidas. Los motivos de sospecha son demasiados: el Plan se ha remitido al parlamento gallego sin presupuesto asociado; la política real de la Xunta, como la de toda España en estos momentos, es la del recorte en todo, pero especialmente en prestaciones sociales, ayudas familiares, atención pública en todos los terrenos; la oposición ya ha anunciado que no les gusta y que no se lo creen, añadiendo algunas interesantes reflexiones sobre la necesidad de medidas para favorecer el empleo femenino y lo contraproducente que va a resultar la reforma laboral que el PP ha aprobado.

Si tengo razón y no pasa del primer punto, el de la sensibilización social (dicho en plata, la mera propaganda ideológica e institucional), ya no podremos comprobar si el resto de medidas hubiese tenido algún efecto «dinamizador de la demografía» gallega. No sería un caso aislado, sino la norma en los natalismos actuales, como los de la antigua órbita de la URSS y la misma Rusia; todo se les va en retórica y propaganda sobre los deberes de procreación, que no resuelve el auténtico problema, un tremendo retroceso de la esperanza de vida, especialmente la masculina. Pero me atrevo a vaticinar que Galicia no modificará su actual dinámica poblacional en cualquier caso, y que seguirá teniendo una edad media creciente, una fecundidad escasa y un volumen poblacional estabilizado o menguante, porque el Plan no tiene capacidad para cambiar nada de todo eso. Sólo conseguiría el cambio un plan que provocase una profunda transformación económica asociada a la creación de muchos más puestos de trabajo, mejores condiciones de vida y una fuerte atracción para inmigrantes jóvenes del resto de España y del Mundo (este punto, el de la inmigración, es ya el componente principal del crecimiento en todos los países desarrollados, pero levanta muchas suspicacias entre los nacionalistas de todas partes).

En las próximas décadas cada vez serán más los países que dejen de crecer e incluso vean disminuir su volumen poblacional. Y antes de acabar el presente siglo, probablemente será toda la humanidad la que seguirá ese camino. Tendremos que irnos acostumbrando y no hacer de ello una falsa tragedia. Las políticas de población no podrán luchar contra eso si se centran en meros objetivos cuantitativos; es la calidad poblacional la que debe ser fomentada por las administraciones, al margen del número. Una pequeña población pero bien cuidada, educada, saludable, participativa, próspera, activa y con recursos, es mucho más productiva y deseable que una población abundantísima en malas condiciones de salud, analfabeta, hostil, aislada, pobre y en paro. Gobernantes del mundo, por favor, olvídense del natalismo y de los volúmenes crecientes, y atiendan al bienestar de sus ciudadanos, que es lo que justifica el sueldo que se les paga.

Nota sobre la Consejera

Beatriz Mato es ingeniera industrial y máster en dirección y administración de empresas por la escuela de negocios MBA. En el sector privado ha trabajado como técnico de sistemas en IBM, además de en empresas como Rank Xerox España o Norcontrol. Vamos, una auténtica experta en familia, demografía y bienestar social…

Links relacionados

Un marco general de esta entrada lo tienes en la sección de ApdD dedicada a las Políticas de Población, y dentro de ella la del Natalismo.

Dos capítulos de un gran libro publicado en 2021:

  • Dubert García, I. (2021). «El envejecimiento como excusa. Natalismo, opinión pública y control social en Galicia». En Invasión migratoria y envejecimiento demográfico: dos mitos contemporáneos (pp. 167-196). Catarata.
  • Pérez-Caramés, A. (2021). «Las políticas de población en Galicia. Promoción del natalismo y reanudación de la emigración». En Invasión migratoria y envejecimiento demográfico: dos mitos contemporáneos (pp. 197-215). Catarata.

Conclusiones de un estudio comparativo, aplicables al caso de Galicia:

Summary and conclusions. In analysing the effect of the independent variables on family support, we have found that economic growth and the level of economic development have no substantial positive effect on the extent of family support. In addition, a weak positive relationship between fertility and family support indicates that such support is not used as a means of directing the reproduction of the population in any systematic way. The results give us reason to question views of social policy measures as methods whereby the behaviour of citizens is efficiently regulated or steered. The reason for this can be either that most governments do not intend to regulate fertility with family policy, or that it is impossible to use social policy measures for this purpose. Instead, the results give weak support to the alternative hypothesis that a high proportion of parents among voters seem to have a positive impact on the level of benefits. This indicates that the political parties in government are to a greater extent driven by vote-maximizing in the short run than to optimize long-term utility for society


Música en ApdD: DIRTY LOOPS Circus (Britney Spears cover)

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