Sigo con la sección «Qué mirar», presentando y explicando un gráfico que puede arrojar alguna luz en el actual debate sobre los «problemas demográficos» de la Seguridad Social y el sistema público de pensiones:
Fuente: Luís Garrido Medina, utilizando los datos de la Encuesta de Población Activa
Se trata de un gráfico sencillo, aunque combinado (se usa una escala distinta, la del eje izquierdo, para una de las series).
Los datos representados y su elección:
Este gráfico maneja datos de la llamada «relación con la actividad» en la EPA, que clasifica a las personas según su relación con el trabajo (ver Relación con la actividad y relación de dependencia en este blog). El autor del gráfico ha calculado y representado las relaciones entre las distintas categorías de «no ocupados» y la categoría «ocupados». En otras palabras, lo que vemos en las distintas líneas es la evolución de la «relación de dependencia» entre distintas clases de personas que no trabajan en relación a las que sí lo hacen.
La única complejidad del gráfico está en que hay una serie, la que reúne al «Total» de personas que no trabajan respecto a las que sí lo hacen, cuyos valores corresponden al eje vertical izquierdo, no el derecho. Este «truco» se usa cuando se quiere ver en un mismo gráfico la «forma» de dos o más series aunque sus valores sean muy distintos.
Nótese que el autor no ha querido utilizar las relaciones de dependencia más habituales, que dividen simplemente edades no activas (0-15 y/ó 64 y +) entre las edades activas (16-64). El motivo es claro: una cosa es la edad y otra es si se está trabajando realmente o no; los parados en edades activas no sólo no contribuyen, sino que con frecuencia reciben prestaciones, de manera que la mejor manera de ver cómo evoluciona la «dependencia económica», a efectos de ingresos y gastos de los sistemas de pensiones o los de bienestar en general, es pensar en ocupados y no ocupados.
Qué muestra este gráfico:
La línea azul nos dice cómo ha evolucionado la población de 65 o más años respecto a la población ocupada,. En el eje derecho puede comprobarse que en 1976 esa relación era de 0,3 jubilados por cada trabajador, y que la relación ha aumentado hasta un máximo que ronda 0,45 a mediados de los años noventa y se mantiene e incluso disminuye después.
La línea naranja dibuja la evolución de número de niños por cada ocupado, que roza los 0,9 en los años ochenta, para caer después hasta menos de 0,4 (sigue siendo el eje derecho el que nos da los valores)
La línea negra muestra cuántos no trabajan pero tienen edad de hacerlo (parados o inactivos), respecto a cada ocupado. Y aquí lo que se dibuja, nítidamente, es la evolución de la economía española y su impacto en el mercado de trabajo. Los años iniciados con la llamada «crisis del petróleo», de fuerte destrucción de empleo y reestructuración profunda del sistema productivo español, ven crecer la relación dependiente/ocupado de 0,7 hasta 1,2 en 1985, para disminuir con la recuperación económica posterior. Vuelve a dibujarse claramente la nueva crisis de empleo de primeros años noventa, pero los años posteriores, de gran creación de nuevos puestos de trabajo (hasta el punto de convertir a España en un foco de gran atracción inmigratoria) son años en que la dependencia cae de forma espectacular, hasta casi 0,5 en 2007, justo antes de que estalle la crisis.
Finalmente, la línea punteada suma todos los no ocupados (niños, mayores y en edad de trabajar) respecto a cada ocupado. Está sobrepuesta a las anteriores aunque sus niveles son lógicamente mucho más altos, gracias al «truco» de utilizar un eje distinto, cuyos valores pueden verse a la izquierda y no a la derecha.
Se trata de una excelente manera de mostrar que el factor más importante en las relaciones de dependencia no es el más enfatizado en los discursos sobre la necesidad de reformas en el sistema de pensiones (el envejecimiento demográfico). Lo que más condiciona todas las relaciones es el empleo de quienes tienen edad de trabajar. Poner el énfasis
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Luis Garrido Medina es catedrático de sociología en la UNED, director de Centro de Estructuras Sociales Comparadas, y uno de padres creadores de la Encuesta de Población Activa.
El año pasado impartió un seminario en el curso de postgrado «La salud de la población», que organizamos en el CSIC (ver programa del presente curso). Garrido, generoso como siempre, nos dejó el material, incluido este gráfico.
Me parece muy interesante esa manera de calcular la relación de dependencia. No obstante, si queremos concentrarnos en el balance de las cuentas de la Seguridad Social, creo que sería más específico aún dividir el número de ocupados por el de mayores de 65 años: los menores , los parados y los inactivos a edades activas pueden considerarse en cierto modo también ‘dependientes’, de acuerdo…pero eso no se refleja en las cuentas de la Seguridad Social sino en las del conjunto de la economía.
Aparte de esa relación, otro cociente cuya evolución futura me parece muy relevante es el ingreso medio por ocupado (para ser más exactos, la cotización media por afiliado) entre el gasto medio por jubilado. Durante algunos años, el denominador va a tender a aumentar, porque las pensiones van a seguir mejorando.Así que, hay que conseguir que el numerador también lo haga.
Y ahí es donde me parece muy importante el aumento de la productividad. En ese caso se podrían aumentar los salarios sin generar inflación. Y se podrían aumentar las cotizaciones sin reducir los salarios netos. Si ese cociente aumentase muchísimo (por avances tecnológicos ‘rupturistas’), podría llegar a darse el caso, en el extremo extremista, que unos poquitos ocupados hipersuperproductivos generasen toda la riqueza necesaria para el país, pago de pensiones incluido.
Evidentemente, ese sería un caso extremo… pero válido para contrarrestar un poco la obsesión mediática ( a veces, lo que es más grave, entre los propios demógrafos!!!) por el ‘envejecimiento demográfico’, y visto además siempre como algo negativo.
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