Envejecimiento demográfico y consulting financiero


Gracias al humor gráfico de Eneko

Durante demasiado tiempo la Demografía fue sólo «Estadística de Estado» y se dedicó a la contabilidad de un «haber», la llamada «población». Las características, experiencias, comportamientos o relaciones de los humanos no eran lo relevante. Las poblaciones eran un material a moldear y adaptar a necesidades políticas, económicas o ideológicas «superiores».

Técnicamente esta definición de las poblaciones es un arcaísmo que nunca acertó en sus diagnósticos, y el análisis demográfico hace mucho tiempo que desplazó su interés precisamente hacia los comportamientos, características e historias vitales de las personas, hacia sus relaciones y hacia sus significaciones sociales. Pero la demografía ganadera no ha desaparecido. Ahora tiene nuevos amos.

Esto ocurre, primero, porque es «simple», al alcance de cualquier aficionado, y segundo, porque sigue siendo poderosa en el universo de las representaciones, los discursos y la transmisión de «memes». Cuatro cifras poblacionales bastan a cualquiera para hablar de millones de personas y de lo que hay que hacer con ellas. Todo tipo de natalismos y de neomaltusianismos han predicado la necesidad de fomentar o de frenar el crecimiento poblacional porque con ello se mejora la economía, el desarrollo, la defensa nacional (o la productividad empresarial, la competitividad internacional, la pujanza cultural frente a «los otros»…).

Esta megalomanía parecía declinar desde que los nacionalismos de Estado abandonaron las políticas natalistas para centrarse en políticas sociales (fomentando la calidad frente a la cantidad), desde que el mundo rico relajó las políticas de freno al «excesivo» crecimiento del mundo más pobre y desde que el ideario del family planing internacional se centró en la «salud reproductiva» más que en la reducción de la fecundidad .

Era un espejismo. La demografía ganadera siempre sirvió al poder y ahora, simplemente, esta cambiando de amo. El nuevo poder global es el financiero, y la demografía le sirve cada vez sirve más y mejor. Los «consultings» sustituyen progresivamente el papel de los ideólogos, y en su búsqueda de indicadores básicos, simples, universales, de fácil manejo y también de fácil manipulación, están redescubriendo con entusiasmo el arsenal demográfico más rancio. Ilustraré mínimamente a qué me refiero:

Los ejemplos podrían multiplicarse hasta la saciedad y en cualquier país. Se da la paradoja de que los analistas financieros entienden muy poco de demografía. Son más bien voceros de las ideas económicas dominantes, los tópicos comúnmente aceptados y las corrientes de opinión entre los inversores y las instituciones económicas internacionales. En otras palabras, lo que les interesa no es «la verdad» tras las ideas, sino «el impacto» de las ideas en el mercado.

De esta manera, si alguien piensa que el envejecimiento demográfico pone en peligro el pago futuro de la deuda pública (porque habrá más gasto futuro comprometido con los pensionistas), y esa creencia se extiende suficientemente entre los analistas financieros, entonces el envejecimiento demográfico efectivamente se convertirá en un factor que hará subir la prima de riesgo de la deuda.  Nada importa si la predicción es correcta o no; la profecía provoca en sí misma aquello que profetiza. Nadie se ruboriza cuando le señalamos que, con ese razonamiento, Alemania o Suecia inspiran menos confianza al inversor que Venezuela o Nigeria. Lo absurdo de la situación no importa, si de esa manera puede  invertirse en deuda alemana o sueca con mayor ganancia y a un riesgo que no es en realidad superior al de la venezolana o la nigeriana.

Si todo quedase en un juego de mercados e inversores podría parecer sólo una curiosidad más de los actuales tiempos financieros y su impacto en la economía global. Pero es que la demografía se ha convertido en argumento principal para justificar el desmantelamiento de los Estados sociales en todo el mundo.

En los años ochenta se produjo ya una primera ofensiva, de tipo político y con el objetivo de «controlar los excesos» y desde entonces instituciones como el FMI o la OCDE reiteran argumentos demográficos y proyecciones de población para convencernos de la necesidad de aplicar recetas económicas muy determinadas. Pero la ola actual de «ajustes» ya no es de control, sino de desmantelamiento, y ya no apela a ideologías ni a recetas económicas, sino a lo que quiere «el inversionista».  Sin ir más lejos, la reciente reforma (recorte en realidad) de las pensiones en España se anunció abiertamente como una medida necesaria para «tranquilizar los mercados», y en el propio redactado de su proyecto la evolución demográfica es señalada como la causa principal que la hace necesaria.

De esta manera se cierra un círculo vicioso. Millones de personas se levantan cada día en todo el mundo buscando noticias y análisis económicos suministrados por los gurus de la prensa financiera internacional. Como los sacerdotes interpretan las escrituras para los fieles, los analistas financieros han descubierto que ellos pueden ser quienes lean la demografía con provecho para los inversores. Y lo que leen siempre es lo mismo: crezca o no la población, aumente o baje la fecundidad, aumente o disminuya la inmigración, mejore o empeore la supervivencia y la salud colectiva, la conclusión a la que llegan es siempre la misma: la demografía hace inviable lo público y aconsejable que la riqueza se gestione y se invierta en forma de capital de inversión privado.

La prosperidad y el progreso colectivos van acompañados de cambios en las dinámicas demográficas. Existe un umbral en el que la supervivencia hasta la vejez se generaliza, las fecundidades elevadas se hacen innecesarias y las pirámides de población cambian (véase aquí el concepto de Revolución Reproductiva).  La nueva dinámica demográfica es mucho más eficiente y favorece también las dinámicas económicas, pero en ese proceso la parte que los Estados comprometen con el bienestar de sus ciudadanos crece también, y se vuelve un caramelo cada vez mayor para quienes se imaginan gestionándolo de forma privada.

Nada sorprendente, después de todo. Lo sorprendente es que los demógrafos no tengamos una función propia en todo esto. Y también que los propios estados den crédito a errores analíticos tan graves como el que interpreta el envejecimiento demográfico sin atender a los cambios sociales y económicos que le acompañan. Sin tales errores se haría evidente por qué las sociedades más envejecidas son las más desarrolladas, ricas y fiables.

Pero quizá no es un error. Quizá tales sociedades se han convertido en El Dorado de los buscadores de oro fácil, y purgan el pecado de haber avanzado demasiado respecto a otras que siguen sumidas en la miseria.


Apostilla 1

Jim Reid y Nick Burns (2010), del área de investigación sobre mercados globales del Deutsche Bank  From the Golden to the Grey Age (De la edad de oro a la edad de las canas). Sostienen algo tan divertido como que este gráfico demuestra el negro futuro financiero que la demografía nos depara.

En un abuso analítico impresentable, impropio de un estudiante en su segundo año de carrera, explican un periodo histórico de alza en los beneficios como resultante de una determinada estructura por edades, supuestamente favorable, y el retroceso posterior como consecuencia de las poblaciones envejecidas. Ni una mención siquiera a la desregulación financiera fomentada por los sucesivos gobiernos estadounidenses desde los ochenta  (y copiados miméticamente por el resto del mundo), gobiernos permeados escandalosamente por las propias directivas de las sociedades de inversión; por lo visto la burbuja y la posterior crisis financiera sólo se explican por variables poblacionales. Tampoco importa que el envejecimiento poblacional haya sido precisamente el que ha hecho posible una mayor proporción de personas en edad madura y con capital que invertir. El malabarismo de las cifras es suficiente para que «estudios serios» como este se publiquen por los principales bancos del mundo, y para que después sirvan de arsenal ideológico y argumentario para la prensa financiera de cualquier otro país (ver, sin ir más lejos, el comentario que este estudio permite después a libertad digital).


Apostilla 2

Para no quedarme en la mera crítica de las posiciones ajenas, y por si alguien tiene interés en leer posturas y análisis completamente diferentes sobre las causas y las implicaciones del envejecimiento de la población, señalo a continuación algunos productos propios relacionados:

En entradas del propio blog:

En la Teoría de la Revolución Reproductiva puede encontrarse un marco general de interpretación sobre la modernización demográfica. En dicho marco el envejecimiento poblacional queda explicado como parte (y no como mero resultado) de una revolución en la eficiencia con la que las poblaciones humanas se reproducen, conseguida por un salto cualitativo en la supervivencia. El descenso de la fecundidad no es la causa, sino la consecuencia de la mayor eficiencia reproductiva, el mismo factor que altera también la pirámide de población.

En forma de textos publicados:


2 comentarios en “Envejecimiento demográfico y consulting financiero”

  1. Los estudios sobre el futuro de las pensiones públicas avalados, ¡qué casualidad!, por asociaciones de inversión colectiva, bancos, etc. siempre han sido uno de mis principales focos de ‘indignación demográfica’. Digerir las barbaridades interesadas que suelen incluir cuesta muchísimo. Y si se amplia el ámbito al ‘Estado del Bienestar’ en general, entonces mucho peor aun, porque los gastos en sanidad y en cuidado a la dependencia, en manos de estos desaprensivos, se convierten en bombas nucleares con temporizador.
    Y el problema es que la mayoría de la gente se los cree. Pensando en cómo es posible eso, he llegado a la conclusión de que lo que le suele costar mucho a la gente es adoptar un adecuado enfoque longitudinal. Por ejemplo, que cuando se dice que en 2050 tal porcentaje de personas en España va a tener mas de 65, 75, 85 años (y en este caso concreto, esas predicciones a largo plazo son bastante fiables, muchas más que otras), cuesta mucho darse cuenta que en 2050 las personas de esas edades no tendrán las mismas características que las actuales. En particular, que es de esperar que, en media, empiecen a padecer enfermedades graves o incapacitantes a edades mas avanzadas que en la actualidad.
    Todo ello, además, en estos momentos, puede enmarcarse en una tendencia más global aún: gran parte de la crisis económica actual y en concreto las recetas que se están aplicando para intentar superarla están impregnadas de razonamientos absolutamente interesados que lo único que hacen es enriquecer más aun a los más ricos a costa de empobrecer a los países en su conjunto, y a su clases más desfavorecidas muy en particular. Y lo más grave es que esos planteamientos interesados y catastrofistas siempre tienen mucha más publicidad que los contrarios, lo que hace que la mayoría de la gente tenga la sensación de que son verdaderos e irrefutables…y a seguir abusando se ha dicho!!! (perdón por la longitud del comentario pero es que este tema me tiene más que frito).

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