Polonia y los conejos


 

Sólo observa el video, y verás cómo piensan algunos Estados que pueden convencer a sus ciudadanos para que contribuyan al aumento de la natalidad. En este caso es Polonia, pero ejemplos similares tenemos ya, por desgracia, muchísimos.

A menudo comento aquí las cada vez más frecuentes campañas de «concienciación» con las que los gobiernos de los más diversos países pretenden convencer a su población de que tengan más hijos por el bien del país. Desde el Fertility Day italiano hasta el Plan de Dinamización Demográfica de Galicia , llegando, claro está, a la campaña para el fomento de la natalidad aprobada este año por el PP para toda España, todo parece volver al clima paranoico que caracterizó las primeras décadas del siglo XX alrededor del cambio demográfico y el descenso de la fecundidad. Esperemos que esta deriva no nos devuelva al patriotismo natalista-belicista francés de las dos guerras mundiales, o al de los regímenes ultranacionalistas de prácticamente todo el mundo en aquellos años.

 


Por cierto, este natalismo galo, y su vinculación con la extrema derecha, fueron magistralmente descritos en un libro donde los conejos ya eran protagonistas simbólicos:

Le Bras, H. (1992), Marianne et les lapins: l’obsesion démographique. Paris: Olivier Orban.


Estas campañas nos llegan hoy desde el marco ideológico, en plena expansión en Europa, etiquetado como de “centro derecha” (eufemismo para decir ultraconservador en lo social y ultraliberal en lo económico). Se caracteriza por el convencimiento de que el descenso de la natalidad es un cáncer provocado por el ateísmo, el egoísmo, la inmoralidad y el individualismo, pero también por políticas erróneas sobre aborto, planificación familiar o «ideología de género». La solución es, claro está, la propaganda y la concienciación, el «rearme moral», y en ella las diversas confesiones religiosas se mueven a sus anchas y se ven reivindicadas, como ocurre con el catolicismo en Polonia (pero también en España), mucho más allá de su implantación real en la sociedad y en las decisiones cotidianas de los ciudadanos.

Igual que en España, Rusia, Polonia, Portugal, Inglaterra o en tantos otros países, esta ideología está recuperando sin rubor toda la panoplia propagandística del natalismo de hace un siglo, y lo hace hasta extremos sorprendentes, casi “inocentes”, por su empeño en ignorar el cambio experimentado por el mundo durante todo ese tiempo, por atribuirle causas que la demografía actual sabe erróneas, y por ignorar sistemáticamente las propias explicaciones que la demografía actual proporciona sobre las causas de la modernización de los sistemas poblacionales. Si no se entienden las causas, y también son sesgados y erróneos los diagnósticos sobre las repercusiones del cambio demográfico, cómo van a ser acertadas las medidas que se adopten.

 

 

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